Una gran
felicidad te embarga cuando acabas uno de los más famosos maratones del
mundo. Boston es el más antiguo y es uno
de los 6 que conforman los World Marathon Major. Completar este ramillete de maratones es una
de mis ilusiones. Ahora ya solo me quedan la mitad tras correr New York en 2010
y Berlin en 2011. Si me tengo que decantar por uno de los tres no sabría
deciros. Tienen en común la alta
participación y el apoyo incondicional de sus habitantes a la prueba. Tienen un
ambiente y animación difícil de expresar. El tema avituallamientos y
voluntariado es otro elemento muy a destacar. Tal vez me quedo con la impresión
de que en Boston el nivel medio de participante es más alto y sobre todo
gratamente sorprendido del nivel de las mujeres y del porcentaje que
representan sobre el total.
La prueba del
maratón siempre digo que es una prueba canalla ya que si hay algún contratiempo
en el último tercio de la prueba no vas a poder resarcirte (si pretendes
hacerlo a pleno rendimiento). Siempre estás expuesto a la fatalidad, que se lo
digan por ejemplo a mi compañero Carlos Cid cuando le cayó una valla en la
edición del 2012 en Coruña 42 o en esta
edición a Jose Antonio Recouso que sufrió una desgraciada caída que le obligó a
retirarse en el Km 28. Esa sensación es más intensa, si cabe, cuando tienes
previsto desde el 2011 correr el 21 de abril de 2014 y cuando sabes que un
contratiempo que te imposibilite terminar no es fácilmente subsanable ya que el
coste económico que supone es grande. Sin ir más lejos me tengo acordado de
aquellos corredores europeos que no acabaron la edición del año pasado porque
los pararon tras el atentado y que no tenían recursos económicos para acudir a
la invitación que les hizo la organización para correr en esta edición. Las
víctimas han estado muy presentes y Boston ha hecho famoso su lema de “Boston
Strong” y sus habitantes se han volcado con mayor ahínco en apoyar esta 118
edición. Un millón de espectadores deja bien a las claras el espíritu reinante.
La
experiencia ha sido impresionante puesto
que tuve la fortuna de vivirla con mi familia. Marchamos el día 13 cara a New
York con la ilusión de hacer una gran carrera pero con la premisa de disfrutar
esos días de unas maratonianas jornadas turísticas. Las horas de caminata y
esperas en colas fueron abundantes e intenté mitigar sus efectos utilizando
unas medias de descanso. Tampoco descuidé los últimos entrenos a costa de
pegarme unos buenos madrugones. Con todo el mejor entreno fue a media mañana
cuando entrené en Central Park haciendo con mis niñas los 3 primeros Km.
Ya en Boston
siguió la labor turística, aunque lo primero que hicimos fue acercarnos a la
feria del corredor a recoger el dorsal. Solo el domingo anterior a la cita pasé
buena parte del día en el hotel descansando... pero no me voy a extender más en
los días previos pues la mayoría seguistéis esas peripecias vía facebook.
Era mi 13º
maratón y lo afronté con la misma ilusión que un principiante. Esto considero
que es algo fundamental para un maratoniano. Encarar una prueba de esta
magnitud requiere, como mínimo tres meses de entrenos. Algunos atletas llegan
saturados a las últimas semanas. No les da llegado la fecha. En mi caso se
puede decir que disfruto el paso de las semanas. De la misma forma mientras hay
atletas que después del maratón quedan tocados muscularmente durante semanas en
mi caso suelo recuperar muy bien.
Pero
centrémonos en el día 21. Para empezar deciros que no pegué ojo en toda la
noche o esa es la sensación que me quedó. Mucha hidratación y varias veces a
soltar el líquido. A las 5:00 de la mañana en pie sin necesidad dedespertador. Bajo
al hall del hotel para subir un par de cafés. De sólido me tomo unas galletas
que compré dos días antes.
Después de
realizar la rutina previa a un maratón: vestirse, tema vaselina, geles, ect. Me
voy a la estación del metro. Justo cuando llego a las escaleras de acceso al
andén llega un metro. Apuro un poco el paso y lo pillo. Va otro corredor en el
vagón pero a las dos paradas se baja. Sigo aunque no me suena el itinerario por
lo que me bajo en la siguiente estación. ¡Había cogido la línea naranja en el
sentido contrario! No pasa nada, que para eso voy con tiempo. Toca deshacer el
recorrido después de esperar 8’ .
El vagón lleva bastantes corredores y se bajan una parada antes de lo que
pensaba. Al ver que lo hacen todos pues allá voy. Salimos en la estación de
Chinatown y hay que andar un poquito hasta el Boston Common, el parque de
Boston que alberga la logística de la prueba. Dejo en el guardarropas la bolsa
y me dirijo a la zona donde se coge el autobús que te lleva a Hopkinton. Está
muy bien organizado. Numerosas filas de corredores que esperan una caravana
continua de autobuses escolares amarillos (los típicos de las películas). El
azar quiere que se llene el autobús justo con el corredor anterior. Otros 10’ de espera. Tal como subo
decido ponerme detrás del conductor. La suerte quiere que me toque de compañero
en los aproximadamente 45’
de viaje Mario, un guatemalteco que lleva 30 años viviendo en Los Angeles. Así
que ya tengo con quien conversar. Se trata de un corredor experimentado. Es su
9ª participación en Boston y me advierte que no es una carrera fácil. Su
objetivo es hacer 3 horas 30’ .
Al llegar a Hopkinton nos acercamos a la Villa del Atleta, una explanada bastante grande
con carpas y baños donde toca esperar hasta la hora de acercarse a la zona de
salida. Allí tienes de todo: manta térmica, plátanos, geles, cafés… Compartimos
la espera con Dorian, el hijo de Mario, que tiene una mejor marca de 2 horas 51’ pero que se conforma con
realizar 3 horas ya que llega con una rodilla renqueante.
Estoy bastante
tranquilo y distraido con la conversación con mis nuevos amigos. A las 9:05 nos
despedimos de Mario ya que tenemos que dirigirnos a la ola 1 (zona 1) los
corredores que salimos a las 10. Mario salé a las 10:25 por lo que le queda un
rato más de espera. Como Doriam va al corral (cajón) 2 y yo al 5. Nos
despedimos. Mario acabará haciendo 4 horas y Dorian 3 horas 11’ .
Poco a poco me desprendo de parte de las prendas que llevé para no enfriarme. Va a hacer calor!!!
En el tramo
camino del corral aprovecho para trotar un poquito. Poco que ya tocará corrrer
bastante. Como no descuido la hidratación tocó ir un par de veces a los
urinarios. Por si acaso me quedo con la botella de agua al acabarla. Poco antes
de empezar la prueba tengo ganas de orinar y ya no es momento de dejar la zona
de salida. Saco el tapón y me dispongo a “disparar” cuando el atleta de delante
encoge la pierna en un estiramiento y con el talón me tira la botella jajaja. Rápido
a pillarla del suelo y a seguir el proceso.
Falta poco y de
repente nos sobrevuela 4 helicópteros de guerra en formación de V y la masa de
corredores se muestra entusiasmada al grito de “USA,USA”. Ya está todo listo
para el espectáculo.
Salgo
tranquilo, mentalizado de guardar fuerzas y aunque me pasan muchos corredores
no me inmuto. Voy en el ritmo objetivo
en torno a 4'15''/km. La temperatura es agradable pero augura una mañana
calurosa. Cada milla hay avituallamiento. En los primeros metros Gatorade y
luego agua. Desde el primero cojo agua para dar un sorbito y solo en algunos
tomo la bebida energética. Por si “fuera poca” logística muchos niños te
ofrecen vasos pequeños con agua en todo el recorrido y otras personas trozos de
naranja, plátano, coco... Otra constante de la carrera va a ser la seguridad.
Cada cruce de carretera un soldado armado.
Cuando llevo
cerca de la hora corriendo todo va sobre lo previsto. Unos Km un poco más
rápidos (por ejemplo el 10º salió a 4'/06''/Km) y otros más lentos (el Km 11 a 4'21''/Km) en función del
perfil predominante pero, precisamente por esas alteraciones constantes del
terreno, me fijo en los valores medios del Garmin y esos están cercanos al
4'15''/Km. Toca tomar el primer gel. La animación es impresionante. Muchas
pancartas de “Boston Strong”, muchas voces de ánimo y hasta un grupo que ofrece
cerveza jajaja. Una mención especial para la niñas de Wellesley College. Un
clásico de la carrera. Pese a ser un día festivo las estudiantes salen a las
puertas del colegio para gritar como si fueran fans de una estrella de la
música. Es increíble, como también me lo parece un corredor que se paraba cada
pocos metros a darles besos jajaja. Me viene a la cabeza el gasto muscular que
está realizando con esos arranco y paro continuados jajaja. Se empieza a notar
el calor y en los avituallamientos me echo parte del agua por la cabeza y las
axilas. Hay que cuidar la refrigeración.
Entre los Km 13
y 18 predomina la subida suave y el ritmo medio en ese tramo se va a 4'22''/Km
aproximadamente y el total se acerca a
4'20''/Km. No me preocupa. Las sensaciones son buenas y queda mucha carrera. A
estas alturas de la carrera empiezas a pasar a auténticos héroes. No pueden
recibir otro nombre un hombre que tira de la silla de su hijo discapacitado o una
enana que necesita mucho más esfuerzo para recorrer un metro que el tuyo.
¡Cuántos héroes anónimos hay! Son momentos de una gran intensidad emocional
pues el público se vuelca con mayor intensidad.
Cerca de la
segunda hora de carrera me tomo el segundo gel y me doy cuenta de un error
cometido. Llevo tres geles, uno con cafeína sería el último a tomar. Pues me
doy cuenta que fue el que tomé primero. En fin, problemas del directo y de ser
despistado jajaja.
En el Km 26
paso a mi amigo Fernando Rama de los Taninos de Ponteareas. Va con problemas y
con un ritmo muy lento. Solo coincidimos unos metros en los que me dice que va
mal y me pregunta si voy para 3 horas. “Lo vamos a intentar”. La clave será
salir vivo de los repechos que hay entre los Km 26 y 34 y con fuerzas para el
tramo final. Los parciales de los Km en este tramo son de sierra: Km 27:
4'37''. Km 28: 4'27'': Km 29: 4'35''. Km 30: 4'19''. Km 31: 4'20''. Km 32:
4'30''. Km 33: 4'23'' y Km 34: 4'42''. A las 2 horas y media ya me tomé el
último gel. A estas alturas ya voy empapado y la barriga totalmente mojada.
Estoy temeroso de que me coja el frío en el estómago.
Subo bastante dignamente
la famosa Hertbreak Hill y ya solo queda el último tramo de carrera. Toca
acelerar para intentar enjuagar el tiempo perdido. Hay que intentar ponerse
cuando menos a 4’10’’/Km. El Km 35 sale a 4'15''/Km pero los siguientes son un
quiero y no puedo. Los parciales oscilan entre 4'33'' y 4'38''. Quiero ir más
deprisa pero mis piernas no quieren. La musculatura se queja. Muchos corredores
van andando. Una tentación que intento sacar de mi cabeza con la táctica que
siempre utilizo en estos casos: “vamos quedan sólo 8 Km , vamos quedan 7 Km ...”. Voy bien de
pulsaciones pero las piernas como palos. Ya estamos en esa parte del maratón en
la que temes que se suba un gemelo o un isquio... en la que intentas no
realizar movimientos bruscos, no vaya a ser...
Ya estamos en
Boston y ahora se trata de intentar llegar lo más cerca de las tres horas pero
mis piernas se quejan y el ritmo ya está casi a 5’00’’/Km. A falta de 2 Km me sitúo al borde
derecho. Necesito buscar la complicidad durante unos escasos segundos de mi
familia y allí están efectivamente. Ya solo queda llegar al final de la
avenida, giro a la derecha, giro a la izquierda y recorrer Boylston St brazos
en alto recibiendo los últimos ánimos del millón de espectadores que han
llevado en volandas a los maratonian@s.
Disfruto del
momento aunque no me puedo parar ya que en pocas horas hay que coger el avión
de vuelta a casa. Me cuesta bastante andar y ya no digamos agacharme cuando me
cayó la botella de agua que llevaba en la mano.
Ha sido una
experiencia fantástica, imborrable. Hecho la vista atrás y me quedo con la idea
de que hice una gran carrera. El maratón de Boston es espectacular pero no es
fácil. Tiene desnivel positivo pero, casi de forma imperceptible, estás
constantemente subiendo y bajando. El calor le ha llegado, prueba de ello es
que me queda la marca de la camiseta de asas. En fin, el sueño continúa.
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