domingo, 27 de octubre de 2013

Conociendo al hombre del mazo

Un nuevo maratón me esperaba el 19 de octubre en Bilbao. Un nuevo reto con los 42.195 m que afrontaba con mucha ilusión después de las buenas sensaciones que tuve en Coruña 42 la pasada primavera. En esta nueva aventura había algunas novedades, las principales eran que era un maratón nocturno y que tenía el asesoramiento técnico de Pedro Nimo, quien diseño un plan de 11 semanas (otra novedad ya que solía hacer planes de 17). Segundo mister que tengo y segundo llamado Pedro, jajaja.
Así comencé la preparación específica el 5 de agosto con el objetivo de bajar de las 3 horas  y con una consigna clara del mister: “los planes están para alterarlos” o lo que es lo mismo, no hay que obcecarse y una premisa fundamental es “escuchar tu cuerpo”. Así tuvimos que reestructurar la 3ª semana por una sobrecarga del gemelo externo de la pierna derecha, la 8ª semana por sobrecarga del peroneo externo que provocó la inflamación del 5º metatarso del pie derecho y la 10ª con sobrecarga del grácil derecho. Son circunstancias a las que te expones al emplearte a fondo.
Las principales diferencias respecto a mis planes anteriores fueron la realización de pirámides y entrenos que mezclaban series de cuestas y 200 m. Intenté dar lo mejor de mi mismo y pienso que conseguí un buen estado de forma. En las pruebas de 10 Km de Baiona y el Berbés mejoré en 1’ mis tiempos respecto al año pasado. Todo corroborado en la media maratón de Oporto con un buen tiempo teniendo en cuenta la dificultad de esa prueba.

Salí el viernes 18 en coche con la familia después de comer y tras 7 horas de viaje estábamos en Bilbao. En un área de servicio tuvimos el primer contacto con los colegas del “Canuda Team” Quique Estévez, David Alonso y Bernardo Durán, además de mi compañero de equipo Fernando Abreu y un par de familiares, Trini y Paco.                                                                                  
Antes de salir a trotar
A la mañana del maratón hice poco más de 15’ de trote para soltar piernas. Luego nos acercamos a la recogida de dorsales donde quedara con otro gran compañero “devora maratones y pruebas varias” Antonio Franco. Al salir de la feria del corredor quedamos con el grupo de la Canuda, con quien compartimos unas horas hasta el café de la sobremesa.
Delante del Guggenheim con los compañeros

La foto con la camiseta del IES Salvaterra de Miño

Co meu colega Antonio Franco

Luego retirada al apartamento a descansar un par de horas e intentar contestar a las numerosas muestras de afecto que recibo en el Facebook. Todas me honran pero especialmente las del mister. Tenía en muy alta estima a Pedro Nimo pero esta experiencia a su lado me reafirma en su humanidad. Confiaba en mis posibilidades pero que un atleta de su experiencia y categoría creyera firmemente en conseguir el objetivo me llenaba de satisfacción. Una de las cuestiones a resolver era qué tomar en las horas previas al maratón. Me decanté por hacer lo cotidiano en un maratón matutino: desayunar café cortado y galletas.
Solo hubo una cosa que me intranquilizó antes de salir hacia la carrera: no evacúe en la medida en que suelo hacerlo cuando la prueba es de mañana. Cuando cogimos el coche para encaminarnos hacia el museo Guggenheim es el momento de mayor inquietud porque al llevar un Km me percato que no llevo la bolsa del guardarropa. Vuelta atrás y el tiempo se empieza a echar encima. Tenemos suerte y conseguimos un aparcamiento relativamente cerca.
Luego retirada al apartamento a descansar un par de horas e intentar contestar a las numerosas muestras de afecto que recibo en el Facebook. Todas me honran pero especialmente las del mister. Tenía en muy alta estima a Pedro Nimo pero esta experiencia a su lado me reafirma en su humanidad. Confiaba en mis posibilidades pero que un atleta de su experiencia y categoría creyera firmemente en conseguir el objetivo me llenaba de satisfacción.
Una de las cuestiones a resolver era qué tomar en las horas previas al maratón. Me decanté por hacer lo cotidiano en un maratón matutino: desayunar café cortado y galletas.
Solo hubo una cosa que me intranquilizó antes de salir hacia la carrera: no evacúe en la medida en que suelo hacerlo cuando la prueba es de mañana. Cuando cogimos el coche para encaminarnos hacia el museo Guggenheim es el momento de mayor inquietud porque al llevar un Km me percato que no llevo la bolsa del guardarropa. Vuelta atrás y el tiempo se empieza a echar encima. Tenemos suerte y conseguimos un aparcamiento relativamente cerca.
Camino de la salida
Km 9
Km 18
Km 33. En pleno sufrimiento y con los ánimos de Tania durante 100 m.

Hace una noche muy agradable (para correr se demostrará después que demasiado calurosa). Llevaba una camiseta de manga corta para evitar el frío pero compruebo que es innecesaria. Tras entregar la bolsa en el guardarropa me despido de mis hijas y mujer y hago un breve calentamiento. Son escasamente 700 m que termino con unas rectas. Cuando me dirijo hacia mi cajón de salida me encuentro a los compañeros de la Canuda. En principio Quique y David tenían que salir en mi cajón pero resulta que su dorsal indica el tercero y no el segundo cajón. Nos deseamos suerte y entro en mi cajón. Allí me encuentro inesperadamente a un conocido, Ricardo Verde, del Corredoiras de Bueu. Me viene bien para sobrellevar la espera de los últimos minutos. Tiene 2 h 53’ conseguidos a principios de año en Sevilla y me comenta que es una incógnita porque llega corto de Km (después hará 2 h 59’). Se alegra de que nos encontráramos porque así hacemos unos Km juntos. Lo que comprobamos es que salimos bien en la vanguardia de la carrera. Tenemos a escasos metros a la élite, a la que dan la salida con un ligero retraso. Medio minuto después salimos los de mi cajón. Sigo la estela de Ricardo Verde escasamente un Km ya que su ritmo es mas vivo que el 4’05’’/Km que tengo asignado por Pedro.
Gracias a la posición avanzada en la que salimos no tenemos problemas en los primeros Km porque es un verdadero embudo ya que el principio del recorrido se transita por la mitad de un carril bici. Son como 2,5 Km de ida y vuelta que al regresar nos fuerza a la cabeza de carrera a ir bien hacia el exterior ya que la avalancha de corredores que viene de frente invade la mediana. En el Km 3 tengo el primer sobresalto. Mi Garmin se apagó porque intenté pulsarlo para que encendiera la pantalla y lo que provoqué es que se apagara. Tan pronto me percato lo enciendo y coge satélite rápidamente. Me volverá a pasar en el Km 12 aproximadamente. Así que los ritmos van a ser orientativos. El segundo aspecto (el primero fue el carril bici) que no me convenció de este maratón fue que se mezcle en una misma competición una media y un maratón. Pese a que voy mentalizado y “no me enciendo” con el ritmo de los de la distancia corta. Sobre el Km 5 me coge y sobrepasa Quique Estévez. Le deseo suerte pero no intento seguirle. Yo a lo mío, ritmo sobre 4’05’’/Km. En la Gran Vía me tomo el primer gel, uno de acción rápida. Voy con buenas sensaciones. Sobre el Km 9 me pilla David Alonso y compartimos unos Km. Al Km siguiente toca cruzar  por el puente del Arenal para correr por el otro margen del Nervión y el ritmo se ralentiza un poco. Siguiendo la estrategia predefinida tomo en el Km 14 un gel de cafeína. No sé si se debe al firme, que alterna zonas de asfalto y de losetas, pero la cuestión es que sobre el km 17 intento avivar un poco la marcha y me voy de David (abandonará en la media por calambres e intentará hacer una buena marca en 15 día en el maratón de Oporto). Paso la media maratón en 1:29:38 netos.  
De repente paso de estar rodeados de corredores y teniendo que frenarme para no ir a su ritmo a la más absoluta soledad. Encaro el tramo del carril bici con un corredor a 50 metros y otro a unos 100 m. El primero de ellos decide retirarse al poco tiempo. Me tomo el tercer gel, otro de acción rápida. Ya no me siento tan fino y a la vuelta del carril bici, en el Km 26, me rebasa el globo de las 3 horas que lleva a 3 corredores. No consigo engancharme y enfilo hacia la Gran Vía flaqueando las fuerzas. Aún así, poco a poco voy recortando metro a metro a mi predecesor, al que sobrepaso atravesando el puente del Arenal pero a los 100 m me tengo que parar. Me ha dado un punto en las costillas que no me deja respirar. Poco antes, en el Km 30 tomé el último de los geles previstos, otro de cafeína. Faltan sobre 12 Km para meta. A partir de ahí la carrera se convierte en un calvario. Voy a conocer al “hombre del mazo”. No sé las veces en que me paré y volví a correr. Me siento vacío y entablo una lucha por no rendirme, por acabar lo más dignamente. En los puestos de avituallamiento paro y bebo profusamente. Tengo bastante calor. En los pies noto molestias. El suelo irregular está pasando factura pese a que a mis dedos le eché vaselina (una buena ampolla tendré al acabar la carrera). En el Km 38 tengo un estímulo impagable. Durante 100 metros corren a mi vera mis hijas empujándome con sus ánimos. Aún me quedará otro contratiempo tras cruzar por última vez el puente del Arenal. Me tengo que parar en seco por un ataque agudo de vientre. Son 30’’ en los que casi ni puedo respirar. Afortunadamente puedo reemprender la marcha y al llegar al Km 41 consigo alegrar mi ritmo y acabar a ritmo por debajo de 5’00’’/Km. No ha salido el maratón soñado pero sobrepaso la meta orgulloso de vencer al maratón.
Creo que ha sido el maratón en el que más tranquilo estaba en las horas previas pero no fue mi día. No hay que darle muchas vueltas. Tal vez pagué las 7 horas de coche, tal vez los 26º y humedad reinantes, tal vez la pasta salada del restaurante italiano del mediodía, tal vez el suelo irregular, tal vez la soledad de la segunda parte de la prueba, tal vez los dos fortasec previos  a la carrera, tal vez el beber en abundancia, tal vez los tramos desangelados, tal vez algo de viento en el tercio final, en fin, a saber... Lo siento por el mister esto no es una ciencia exacta. Mi apreciado compañero Antonio Franco me lo dijo en varias ocasiones “Bilbao no es fácil” ¡Qué razón tenía! Y es que sólo 18 atletas consiguieron bajar de las 3 horas.
La cuestión es que conseguir atravesar la meta con mi brazo cara al cielo donde si existe el paraíso, cosa que dudo, allí estará mi tía Lita, una de tantas víctimas del cáncer y a la que especialmente dediqué mi esfuerzo.
Después solo quedó el consuelo de mi familia. Es algo muy especial compartir un maratón con ellos. De recuerdo me quedan los pies con las uñas de mis dedos anulares moradas. Ahora un par de semanas de recuperación y a seguir haciendo maratones!!!! Gracias a tod@s. MARATONIAN@S




jueves, 16 de mayo de 2013

Coruña 42 por Beauvais



Este maratón comenzó en noviembre de 2012 tras acabar el maratón de Valencia y es que no sé que me pasa que termino un reto maratoniano y tengo que tener otro en mente jajaja. De igual manera ocurre ahora que ya sé que me espera el Bilbao Night Maratón el próximo 19 de octubre de 2013. Qué le vamos a hacer, cada uno es feliz a su manera jejeje. … y que no cambie mientras exista la ilusión y el placer por correr.
En la  preparación no hubo contratiempos en forma de lesiones y todo salió a pedir de boca ya que mejoré marcas en 10 Km y media maratón.                                                                                                         Parte del buen estado de forma fue gracias a la compañía en los largos de los compañeros Bruno Muiños (Govi) y Marcos Méndez (marcosmonki), compañeros con los que compartí el objetivo de bajar de 3 horas. La verdad es que llegamos esperanzados con bajar de esa barrera. En mi caso iba con cautela pero con confianza. Prueba de ello es que no estaba nervioso en la semana del maratón y mismo el día anterior y las horas previas estaba inusualmente tranquilo.
Uno de los últimos CARMA dominicales



Pero volvamos al inicio del fin de semana. Salí con la familia a media mañana del sábado en dirección a la ciudad herculina. Comimos con los compañeros de largos antes mencionados y sus familias. También coincidimos con el compañero de equipo David Boleas (Papabaloo) en el restaurante (lástima de no darnos un telefonazo previamente para compartir mantel). 





Tras dejar las cosas en el hotel aprovechamos la tarde para dar un paseo con unos amigos de A Coruña y nos tomamos una cerveza en la plaza de María Pita, el lugar soñado para el día siguiente.
En María Pita la tarde anterior
 

 
 La cena, tipo bouffet, la hicimos en el hotel. De nuevo con mis compañeros y sus familiares y con un gran número de maratonianos. Todos llenando las reservas de cara al día siguiente. También estuvimos elucubrando de qué sección del Barcelona eran los comensales que teníamos al lado y que iban uniformados con el escudo de Barça.



CARMA cena


Luego a la cama.
Dormí a ratos pero bien ya que me daba media vuelta y conseguía volver a conciliar el sueño. Como no me gusta andar con prisas me levanté a las 5:50 y fui de los primeros en estar desayunando. Compartí mesa con Miguel Marzoa (moussambani) y mis compis Marcos y Bruno. Luego aún tuve 45’ para prepararme en la habitación. Todo fue sobre lo previsto. Conseguí “descargar en condiciones” y a las 7:45 bajé al hall del hotel para partir con los compañeros hacia la salida.



La temperatura agradable y nuestro mayor temor, el viento, no daba señales de vida. El calentamiento lo hicimos a ritmo suave y saludando a un gran número de compañeros. Este es el aspecto que más me ha gustado del maratón Coruña 42 ya que se puede decir que fue un maratón familiar en el sentido que gran número de corredores eramos conocidos. Cuando se iba acercando la hora procedimos a entrar en nuestro cajón Bruno, Marcos y yo. Miguel Marzoa está en el cajón precedente. 

Se acaba de dar la salida
A medida que se iba acercando la hora me da la impresión que hay un número significativo de corredores por delante nuestra que son más lentos. Dicho de otra forma, que estamos en un lugar atrasado. Dudo si comentarle a los compañeros de cruzar la cinta hacia el siguiente cajón pero al final opto por seguir en el lugar que por mi dorsal me corresponde.
Antes de salir tuvimos el sobresalto que te produce ver como un atleta portugués entra en el cajón saltando una valla con la desgracia que le cede y se pegó un costalazo de muy señor mío.

Se guarda un minuto de silencio por las víctimas del maratón de Boston en el que también me acuerdo de compañeros lesionados como Luis Alfonso Novo Veiga o de otros que están pasando por momentos difíciles como Xose Manuel Carrera. Me digo “Va por todos ellos”.

Comenzamos con prudencia para evitar zancadillas o pisotones. Sale un primer Km muy lento ya que a lo estrecho del trazado inicial se suma el tema anteriormente comentado de parte de los corredores que van a un ritmo más lento del 4’10’’/Km que nos hemos marcado por objetivo. A esa velocidad está garantizado bajar de 3 horas. Con ese propósito llevo el Garmin en una configuración en la que uno de los datos es el ritmo medio de carrera. Las matemáticas dicen que un ritmo de 4’15’’/Km permite conseguir bajar de 3 horas pero tengo que tener en cuenta que el GPS me va a marcar más metros por cada Km (al final me salieron 43,16 Km). 


Como dije el primer Km vamos frenados por la estrechez de los primeros metros que nos impide sobrepasar a atletas más lentos (4’35’’/Km).El  Globo de las 3 horas se encuentra a unos 100 metros pero no nos preocupa. Queda mucho camino por recorrer. El segundo Km sigue siendo más lento que el objetivo (4’16’’/Km) pero en los siguiente ya marcamos parciales que llevan a que mi Garmin se estabilice en un ritmo promedio de 4’10’’/Km solo ligeramente alterado dependiendo si prima la bajada o la subida en cada Km. Las dos primeras vueltas las hacemos juntos “el trió del CARMA” aunque en algunas ocasiones los compañeros me sacan unos metros. No porque tenga dificultades para seguirlos sino porque yo me marco una velocidad de crucero y no la cambio. 
Refrigerando el cuerpo

Tenemos al grupo de las 3 horas a la vista. La primera vuelta la paso en 59:28 y muy cómodo. Todo marcha según lo previsto y cada 8 Km aproximadamente estoy alternando una pastilla de glucosa y un gel. Además el tiempo acompaña ya que no hay casi viento y la temperatura aunque subió aún es agradable. Durante la segunda vuelta recortamos la distancia al grupo de las 3 horas y al llegar al avituallamiento del Km 25 cogemos su cola. Este, analizado a posteriori, es el momento clave. Mis compañeros se unen al grupo y yo, confiado en engancharme un poco más tarde, me relajo un poco mientras tomo un gel ya que no quiero ir con un pelotón tan numeroso. El paso por meta aún es prometedor ya que vuelvo a realizarlo en menos de una hora (59:24) pero aún quedan 14 Km, todo un mundo cuando se trata de completar 42 Km.
                                                                                   

Todo va genial. Buenas sensaciones y mucho apoyo de compañeros, unos que corren y otros que apoyan desde las aceras. Así como sus familiares. Pero en la tercera vuelta se junta la aparición del viento con el desgaste lógico de los Km. Así desde el Km 34 el ritmo ya sobrepasa el ritmo objetivo, no en demasía, pero en esos 8 km se fue, por poco, pero se fue el sub 3. Salió esta última vuelta en 1 hora 01’04’’.                                                                                 
                                                                
  
La última vuelta se hizo dura con el viento

El lado positivo es que llegué bastante entero muscularmente. Al llegar a María Pita me obceco en que el crono sobrepasa los 180’ y no disfruto la entrada en meta como se merece rebajar el crono en más de 2'.   
         
Se acabó!!!!!                                                                 La medalla es de toda la familia                                                                                                                   

Grandes mis compañeros de entrenos que han logrado bajar de la barrera de las 3 horas. Después de recoger la medalla toca el abrazo con la familia. Ya en el hotel unas últimas fotos con los compañeros. Otro peldaño subido hacia las 2 horas 59’59’’. Próxima estación Bilbao. 
MARATONIAN@S
                                                                                                                 

              


jueves, 25 de abril de 2013

Maratón Atlántica - Coruña 21 de abril de 2013

Con menos dolor en las piernas que hace dos días y algo de congoja aún en el corazón. 48 horas después de acabar el maratón de Coruña, aún sigo dándole vueltas a la cabeza para comprender y asimilar qué pasó.

Tres años después de mi último MAPOMA, decidí volver a la distancia de Filípides, pero esta vez en la segunda edición del maratón en Coruña. He vuelto a correr con cierta constancia, he programado mis entrenamientos y estoy siendo muy respetuoso con ellos, así que todo apuntaba bien.





 
Y ahí estaba yo, el 21 de abril a las 8:30 de la mañana, esperando que dieran el pistoletazo de salida para lo que iba a ser mi octava participación en la distancia. Después de un minuto de silencio en homenaje y recuerdo a las víctimas del atentado de Boston de hace seis días comienza la carrera.

Salida tranquila, muy tranquila. Aunque somos muchos (creo que 1000) no tiene nada que ver con esas salidas multitudinarias del MAPOMA. Enseguida se puede coger el ritmo.

Mi primera sensación es cuánto me pesan las piernas. Pienso en la tarde de ayer, visitando el acuario con mis hijos y mi mujer. Yo sé que lo lógico habría sido estar tranquilo, sentado, descansando, pero han venido a Coruña conmigo para disfrutar, y no les puedo negar esa visita a la casa del mar.

De todos modos, en un par de kilómetros he cogido un buen ritmo. Conforme al plan.

La primera mitad de la carrera transcurre con normalidad, aunque noto ciertas molestias en la pierna izquierda, a las que no quiero hacer mucho caso para no agobiarme. Si consigo conservar este ritmo acabaré en 3:30, ese es mi plan A, todo un sueño, aunque no olvido que lo normal es que baje en la segunda mitad, con lo cual tendré que pensar en el plan B, y si me voy a 3:40 pues tan contento, con tal de hacer menos del 3:43 que tengo en MAPOMA, yo feliz.

Comparto unos kilómetros con Pipe, de Esprintes Ourense, y con Sonia, de Lombis-Vigo, y un compañero suyo que ha venido a tirar de ella hasta la media. Al llegar a la media maratón el compañero de Sonia dice que nos deja.

Sonia me dice que va bien, pero que tiene ciertas moelstias que espera no le den guerra. “Vaya”, me digo, “todos andamos igual”.



Foto cortesía Quique Blanco





Y así llego al kilómetro 25, en el que empiezo a notar que necesito bajar el ritmo. La parte posterior del muslo izquierdo empieza a avisarme con unos pinchazos. No quiero ni pensar en que pueda llegar a dolerme más. Me despido de Sonia y le deseo suerte. Yo tengo que bajar, quiero llegar, y quiero llegar en condiciones. No tiene sentido forzar más.


En el kilómetro 28 empieza la tercera vuelta. Ya he dado dos vueltas al circuito, lo conozco, sé lo que me espera, sólo tengo que aguantar.

En el kilómetro 30 me doy cuenta de que estoy empezando a larvar pensamientos negativos. Sé que ya no voy a conseguir hacer 3:30, así que paso al plan B, pero también recuerdo que es el kilómetro donde tuve que abandonar en el maratón que corrí en 2008. Y sé que a partir de aquí, en cualquier esquina, en cualquier curva, en cualquier cuesta, se encuentra el hombre del mazo, dispuesto a darme un buen golpe y dejarme tirado en la cuneta.

Camino del kilómetro 34 hay un pequeño repecho, una pequeña cuesta, pero llego tocado, me empieza a doler el gemelo, la rodilla me avisa, se levanta viento en contra, aparecen más pensamientos negativos, me viene a la cabeza la idea de parar… NOOOOOOOO, me grito, SIGUE Y NO PARES.

Hago la subida de Riazor sin convicción, vencido mentalmente, cojeando. Y antes de llegar al 35 la pierna me dice que hasta ahí, que ya está bien, una mezcla de dolor, calambre, punzada, me recorre la pierna, desde el glúteo hasta la rodilla. Se acabó, ahora sí, tengo que parar un poco.

A partir de ahí, kilómetros eternos de dolor, de sufrimiento mental y físico, lágrimas, gritos…. Pero también la DECISIÓN de acabar. Ya que estoy aquí, ya que he llegado aquí, aguanto.

 
Alterno caminar con trote, cada vez que echo a andar hay alguien de la organización que me pregunta qué tal estoy. La respuesta es siempre la misma: JODIDO, PERO BIEN.

36. 37. 38. 39. 40…

Y 41. La llegada a este kilómetro cambia todo. No sé de dónde, pero salen fuerzas. Estoy “al lado” de la meta, a punto de acabar este sufrimiento, hay mucha gente animando, todo el mundo aplaude, grita, el calor humano es impresionante… y sobre todo, en cualquier sitio pueden estar Gloria y los niños. Hago el último kilómetro emocionado. En el kilómetro 42 hay una persona que me dice algo así como “ánimo, ya estás aquí, estos últimos metros son para disfrutarlos, son tus metros de gloria”. Y claro, le digo que sí, que son los metros de Gloria, porque a ella se los dedico mentalmente.

Y podría haber hecho mejor marca, pero ahí estaba ella, a 100 metros del final, así que me paré, le hice una peineta a la meta y le di un beso a mi mujer.

Y después ya sí, entré, con los brazos en alto.


3:54:55


Maratón, te he vuelto a vencer. De mala manera pero te he vuelto a vencer. Te he visto los colmillos, y me has golpeado con saña, pero te he vuelto a vencer. Estoy roto, pero te he vuelto a vencer. Amarga victoria, pero victoria al fin y al cabo.

Y por supuesto….

PENSANDO EN EL AÑO QUE VIENE