ESTA ES UNA HISTORIAL REAL.
LOS
ACONTECIMIENTOS QUE SE RELATAN TUVIERON LUGAR EN ALGUNA PARTE DE GALICIA ENTRE
2014 Y 2016.
POR PETICIÓN DE
LOS PROTAGONISTAS SE HAN CAMBIADO LOS NOMBRES.
POR RESPETO A LOS
QUE NO LO VIVIERON TODO LO DEMÁS SE RELATA TAL Y COMO OCURRIÓ.
EL PRECOMIENZO
18:20 del Sábado 9 de Agosto de 2014.
Transcurría el minuto 20 del partido entre A
Canuda y Rofervigo. Un sol de justicia arreciaba sobre mi cabeza y dos acciones
defensivas consecutivas habían terminado con un corner a favor del equipo
rival.
Mientras el jugador rival se prepara, me sitúo en
el palo, extasiado y agotado, tanto que por un momento entro en ese limite
entre la consciencia y la inconsciencia… me agarro al palo…recupero malamente y
logro interceptar el balón lanzado por el rival.
Durante esos instantes van y vienen por mi cabeza
multitud de pensamientos, sí de esos que los psicólogos denominan automáticos, la
mayoría llegaban a la misma conclusión… “¿que hago yo aquí?” “esto no puede
ser, si quiero seguir jugando necesito poner mi cuerpo enforna y adaptarlo al
esfuerzo que le voy a exigir”
Este momento resume todo lo que voy a seguir
contando. Entrenamiento, adaptación al esfuerzo y resultados. Esta no pretende
ser únicamente una crónica de un maratón, sino la crónica de un proceso, un
proceso que ha culminado, de manera temporal en un maratón.
Si la idea del lector es centrarse sólo en que
ocurrió en el maratón, puede saltarse el ladrillo que voy a lanzar y saltar directamente al punto que dice… EL DÍA D o la también llamada CRÓNICA
DEL MARATÓN
Si por el contrario el lector tiene curiosidad en
conocer las entrañas del proceso, aquí va mi relato…
Terminó el partido, sol apretando, calor, es decir
todos los ingredientes para quedarse allí mismo, luego me dicen que lo que hago
ahora es peligroso. Yo sinceramente pienso que aquello tenia más peligro que la
maratón que corrí.
Como buen hombre recién cumplidos los 40 y con
síntomas de agotamiento físico (ya había terminado la temporada pasada con
problemas en el gemelo) tomo consciencia de que si quiero seguir haciendo
deporte de manera sana es necesario no solo un cambio, sino un gran cambio.
Un cambio de hábitos físicos y nutricionales, un
cambio que me permita hacer deporte sin poner en riesgo mi salud.
Así que comienzo mi cambio y aprovechando que mi fisio
por aquel entonces, Adrian, colaboraba con el gimnasio IFIT y además el
gimnasio estaba dentro del campo del Coruxo (siempre futbol) doy ese primer
paso y me inscribo esa semana.
Hice la primeras pruebas para ver como estaba y
quedé con Joan (el mister) para comenzar el lunes siguiente.
Pero entre medias …¿que pasó?
Sábado 25 Agosto, retomamos el mundo del balón. 17
minutos de juego del partido A Canuda y Sampayo, arranco para disputar el balón
y noto como alguien me tira una piedra.
Mi sorpresa llegó cuando me giré y vi que el
jugador más próximo era mi portero y estaba a más de 30 metros.
Una vez que fui consciente del problema real, como
buenamente pude me fui para el
vestuario.
Ese Lunes con una rotura de fibras en el gemelo y
consciente de que la primera parte del plan se había ido al garete acudí
lesionado al gimnasio. Desde ese día comencé un plan de recuperación que duró 2
meses y medio.
LA RECUPERACIÓN
Nos situamos en Noviembre, recuperado ya de la lesión.
IFIT y el trabajo de Joan y Marcos no sólo había
conseguido recuperarme, sino que además con el trabajo de fortalecimiento del
tren inferior había conseguido un buen tono muscular y con el trabajo
programado en elíptica también había adquirido un buen nivel de cardio. Sin
duda un trabajo muy bueno.
Además durante esos dos meses la mejora en la
alimentación había conseguido que me situase un mi peso ideal (algunos me lo
discuten pero bueno…) bajando 10 Kg.
Estaba en un momento muy bueno de forma y retome
el fútbol. Aquello ya era otra cosa. Jugar, jugaba igual de mal que siempre,
pero correr… aquello era un correr sin parar al más puro medio centro aquel que
tenia el Barça llamado Víctor Muñoz… un pulmón!
LOS DEL PUPITRE
Andaba yo trabajando duro con el único fin de
mantenerse en forma cuando llegó el día D, el 28 de Diciembre, día de las
inocentes, de las inocentadas, de las bromas y día fijado también como el de la
comida de Navidad.
Tras un buen cocido muy bien regado para la
ocasión llegó el tiempo de los digestivos. Una digestión de tales manjares que
se prolongó hasta la misma noche del Domingo.
Y en esas nos encontrábamos, entre trifulca y
trifulca dialéctica, cuando en un ataque de gallardía el Sr. Paco lanzó un
órdago.
-
“A
que no tenéis cojones de hacer la VigBay?”
Tras unos momentos de reflexión y confusión
inmediatamente el local se llenó de “Vamosssssss!!!” como señal de que todos
los presentes aceptábamos el reto.
Hasta ese momento del Sr. Paco (alias Pakhili en
el mundo running) se habían escuchado muchas historias… Que si se levantaba en
la madrugada para ir a correr, que si hacía no sé cuantos kms, todas ellas
hacía la misma dirección… su obstinación, coraje y perseverancia.
Pero claro esto de la VigBay, 21 km y un poquito,
era cosa seria así que a uno de nosotros, no recuerdo quién aunque
probablemente el que más había apurado en hacer la digestión, se le ocurrió
decir:
-
“Quedamos
el próximo sábado (día 3 de Enero) en Castrelos a las 9:00 de la mañana!!”
Menudo órdago… pero nadie dudó, todos embriagados
por el reto apoyamos la moción mientras brindábamos por nuestro ingreso en el
nuevo mundo del corredor.
Llegó el día 3 y estábamos a 3 grados en
Castrelos. De los que brindamos sólo aparecimos 4. Comandados por Pakhili,
único con experiencia en el arte del correr, allí nos juntamos el Gran Coco,
una especie de ultradeportista especialista en machadas imposibles ya sea con
zapatillas o con bicicleta, el Sr. Valeiras, dominador absoluto del noble arte
de correr pero con un balón, sin duda todo un reto para él hacerlo detrás de
una liebre y yo que era la primera vez que se me daba por correr (bueno
recuerdo que hace dos años en una visita al Nike Store vi unas zapatillas que
me habían gustado y me las compre para correr. Las usé un día…)
Hicimos 5 Km… muy despacio los primeros y en el
ultimo se me dio por acelerar. Las sensaciones fueron muy buenas y quedamos con
ganas de más.
Tanto es así que a la siguiente convocatoria, que fue el siguiente Sábado, vimos incrementados no solo el numero de km (8 en total) sino también el numero de “runners”. El gran Javi, jugador de rugby veterano con voluntad de hierro (para los deportes), el histórico Sanmartín (tan habilidoso en el arte de vender como en el del comer) y el enorme Xerome (taladrador de túneles y amante confeso de los placeres de la vida)
Tanto es así que a la siguiente convocatoria, que fue el siguiente Sábado, vimos incrementados no solo el numero de km (8 en total) sino también el numero de “runners”. El gran Javi, jugador de rugby veterano con voluntad de hierro (para los deportes), el histórico Sanmartín (tan habilidoso en el arte de vender como en el del comer) y el enorme Xerome (taladrador de túneles y amante confeso de los placeres de la vida)
Fueron 8 Km, logramos hacer 5 km en grupo y como
en la jornada anterior repetimos buenas sensaciones. Fue la ultima vez…
El tercer entrenamiento ya fue distinto.
Abandonamos Castrelos por la climatología y nos exiliamos en el Berbés. Fueron
10 km, mis primeros 10 Km y sólo éramos tres…
Y llegó mi primera carrera. Acompañado de Pakhili
debutamos en la Correndo por Vigo. Toda una experiencia en la que quedé
definitivamente enganchado a esto.
El fin de semana siguiente… los del pupitre por
una causa u otra se habían diluido con lo que empecé mi entrenamiento en
solitario.
Lo de las carreras ya se convirtió en un fijo del
fin de semana, intentando compatibilizarlas con el futbol veterano defendiendo
las trece varas verdiblancas de nuestro entrañable CD Nieto.
Cayeron la carrera del Carnaval, la interruning de
Porriño y llegaba el reto, la VigBay.
Un tiempo después el grupo creció y se unieron el
Sr. Rada sinónimo de determinación. El último del pupitre en incorporarse a
este mundillo, pero que ya ha anunciado que luchará por ser el tercer
maratoniano del grupo en Valencia.
También se incorporó Ander. No había referencias
de él pero en la San Antoniño se destapó como un corredor con potencial por
descubrir.
C.A.R. MARISQUEIRO
De lleno en la vorágine esta del running y en la
preparación de la Vig Bay, me enteré por uno de los compañeros del Nieto que corría
en un equipo, en el que también estaba el cuñado del maestro “Pakhili”, que ese
equipo organizaba una especie de PreVigBay.
Allí me fui. La verdad es que quedé encantado con
la organización y con la gente y 3 semanas después estaban defendiendo “la
negra” (como se conoce a la camiseta del equipo) en la VigBay.
Era la primera vez que corría en equipo y la
experiencia fue muy buena, sin duda algo distinto a lo que es un equipo en
otros deportes. Corrí con Pei (mi puerta de entrada al Marisqueiro) y con Fran
(empezamos juntos, grandes compañeros de entrenamiento aunque el ahora vuela y
vuela)
Tras el primer reto aquello no paro. De lleno ya
en la dinámica, empezaron a caer carreras de todo tipo, desde las típicas de
asfalto (Media de Vigo, Eurocidade, Memorial Barros, etc...) pasando por las de
orientación (Coruxo Movese) y hasta este nuevo tipo de carreras de obstáculos
(Gladiator Race).
INTERIORIZACIÓN DEL MARATÓN
Entre medias llegó el Maratón de A Coruña. Los
compañeros se desplazaron en masa. De sus crónicas y de sus fotos surgió en mi
una primera leve idea de hacer el Maratón de A Coruña.
La llegada en María Pita donde tantos veranos pase
y mi familia vivió, era un plato bastante sugerente como para despreciarlo.
El problema la distancia, imponer imponía y solo
llevábamos 3 meses corriendo. Pensaba… tal como acabé en Baiona si me dicen que
tengo que volver a Vigo no doy un paso más.
La interiorización de que era algo que tenía que
hacer había surgido en mi, pero por esas fechas Abril 2015 lo veía francamente
lejos.
Tan lejos como que dos meses después, creo que en
la Eurocidade, el gran Marcos (cuñado de pakhili, gran corredor y ahora
nadador) apareció con una camiseta que decía “yo soy maratoniano”
El mensaje fue muy directo. Sin interrupciones a
la zona del cerebro que escoge los retos. Tenía que correr un Maratón. Quería
tener el honor de llevar una camiseta como aquella, pero para eso había que
correrlo.
Para reforzar mi inquietud, de repente a todos los
allí presentes les entró las ganas de ir al Maratón de Sevilla… a Bruno, a
Pahkhili!!! Hasta a el gran Coco se animó y envidó. Yo por supuesto también
dije… “pues habrá que ir”… Era raro, semejante explosión de espontaneidad y sin
digestiones de por medio..
LA DECISIÓN
Llegó el verano, físicamente y psicológicamente
cansado (había corrido todas las carreras posibles) decidí parar, descansar un
mes.
A la vuelta del verano (fin Agosto) me había
anotado en otro pequeño reto con el equipo, las 24 horas de Vigo. Llegaba con
ganas después de haber parado.
Una grata experiencia con un ambiente
espectacular, llegué a los 26 km, aunque no fueron seguidos nunca había corrido
tanto. Y en ese momento… fue cuando entendí que el camino a Coruña no tenía
vuelta atrás.
Sevilla quedaba lejos y no era compatible con
actividades paralelas que tengo que desempeñar los Domingos, así que el único
sitio que me lo permitía era mi segunda ciudad… Coruña.
EL PREPLANNING
Vuelta a la carga y con un septiembre cargado
(Xornadas Marisqueiras, Samil) fijamos fin de Octubre como la fecha de comienzo
de la preparación, ya que según el calendario de la FGA la Maratón Atlántica
caía el 17 de Abril.
La Media de Pontevedra y la Gladiator Race de
Pontevedra pusieron fin a una etapa y sirvieron de prólogo para la preparación
del reto.
Es difícil para un neófito en el arte de correr,
como el menda, el poder entender todos esos plannings de preparación que hay en
las redes.
Unos ponen tiempos pero no km ni ritmos, otros
ponen ritmos pero no kms, otros hablan de circuitos con nombres raros, un
mundo…
Todavía faltaban 6 meses y la mayoría de los
planes comienzan entre 12 y 14 semanas antes del maratón.
Así que decidí empezar tranquilo con un planning
del gimnasio en el que estaba.
Un día de cambios de ritmo, otro de series y otro
de rodaje un poco más largo.
Un mes más tarde llegó la San Martiño.
Espectacular carrera que para más inri despertó la expectación de mis
compañeros del pupitre que se desplazaron todos en masa. Las sensaciones no
podían ser mejores, MMP en 10 km.
Llegó el martes siguiente y cuando el
entrenamiento tocaba a su fin comenzó la otra parte de esta aventura. La parte más
frustrante para un deportista, la parte de la impotencia, de las preguntas, de
los cuestionamientos, que estoy haciendo mal?, que tenía que haber hecho? Por
qué ha pasado?
Primera microrrotura en los isquios.
Para ser más exactos después de la VigBay haciendo
series ya había experimentado el lado oscuro de mi musculatura posterior de la
pierna.
Hasta ese momento sólo alguna lesión muscular
fruto del fútbol, pero no imaginaba que correr en línea recta a ritmo más o
menos constante podía desembocar en problemas musculares.
No quería parar, al fin y al cabo parecía una
sobre carga más que una microrrotura, pero era empezar y volver a resentirme.
Así que me perdí 15 días y dos carreras.
Decidí poner remedio y lo busqué en unas mallas de
compresión. El comienzo no puedo ser mas esperanzador, no sé si por efecto
placebo o por el propio efecto de las mallas.
Volvimos en la invasión celeste, por lo menos sin
malas sensaciones musculares, faltaban 20 semanas.
Todavía lejos del TOP de las 14 semanas que todos
o casi todos los planes programaban, me propuse poco a poco adaptarme, así que cogí
la primera semana: que creo que eran dos rodajes de una hora, un día de series
y un rodaje largo el fin de semana y empecé a tirar por ahí.
EL RECONOCIMIENTO
El trabajo que había hecho en IFIT con Joan,
Marcos y Adrián había sido muy bueno. Había cambiado mi cuerpo con una buena
planificación de trabajo funcional incidiendo en la fuerza y el cardio.
Un año y medio después había sido capaz de correr
tres medias maratones, dos gladiator race, y una carrera de larga distancia
y media docena de diezmiles, pero sobre
todo había mejorado completamente mi forma física, dejando en el recuerdo
aquellos momentos con los que comencé este relato, agarrado a un palo de una
portería de futbol.
Ya había escuchado que dos compañeros del CARMA
trabajaban con un entrenador, el mítico y olímpico atleta vigués Carlos Adán.
Pero claro yo pensaba…
“¿A dónde voy yo? Estos son elite y yo…
pues eso.”
Pero me encontré con un compañero de trabajo y
hablando del Maratón surgió el tema de la preparación. Cuando me dijo que el
también trabajaba con Carlos y me animó a que lo llamase, ahí ya tenía claro
cual debería ser el siguiente paso.
El primero ya lo había dado en la primera de la
series de lesiones. Buscando la recuperación más rápida descubrí la “Punción
Seca” en la Clinica BIO de la mano de un compañero del mundo del fútbol, el
“gran Israel” mago de las agujas y terror de los puntos gatillo.
EL MISTER
El 22 de Diciembre llamo al Pancho (Presi de las
nécoras) para que hable con Carlos. Dos días más tarde me reúno con Carlos y me
pongo en sus manos. Que mejor manera de preparar un Maratón que de la mano de
un profesional y olímpico.
Tenía piernas, tenía ganas y empezamos a tope. Las siguientes 16 semanas
fueron duras.
Entrenamientos, viento, frio, lluvia, horas
intempestivas, lesiones, etc… toda una experiencia.
Casi es tan duro preparar un maratón como
correrlo.
3 meses antes del Día D, Carlos y yo habíamos
señalado la media de Viana como la prueba para marcar el ritmo y estrategia de
la Maratón. Hice MMP (1:34) aunque los dos nos quedamos con la sensación de
poder haber hecho mas.
Al día siguiente salgo a descargar y unos
calambres empiezan en el sóleo y acaban con 15 días más de reposo. Era la
segunda lesión.
Desde ese momento añadimos una prenda más “las
medias compresivas” y empezamos a correr con dolor en los dos tendones.
Nos recuperamos, pasé con buenas sensaciones la
tirada larga de 32 km pero esa misma semana haciendo series llegaría la
tercera. Los isquios otra vez se resienten y en total 13 días en el dique seco.
Es difícil asumirlo. Es difícil asumir el
esfuerzo, la perseverancia, la ilusión, la renuncia y ver que no puedes correr
contra tu voluntad.
De acuerdo con Carlos decidimos acabar con las
series. El ritmo parecía claro. Carlos me decía que por cardio podía ir a 4:45
pero que muscularmente era una incógnita y que no quería arriesgar por lo que
el ritmo debería ser 5:00 min/km.
Entendía su razonamiento pero me resignaba a no
bajar de 5 min. Los siguientes entrenamientos mi cuerpo se adaptaba a un ritmo
de 4:45/4:50 de manera que cada vez me costaba más bajar a ritmos que otrora
frecuentaba con relativa facilidad como el 4:30.
Piernas pesadas, visitas al fisio semanales a
medida que se acercaba la fecha lo único que me importaba era llegar sin
lesiones.
Las últimas dos semanas fueron más psicológicas
que físicas. En los entrenamientos funcionaba más la cabeza que las piernas.
Cuando paré el reloj en los 8 km del último entrenamiento respiré de alivio.
Había llegado a la línea de salida, algo que para mí tenía mucha importancia y
uno de los objetivos más complicados de conseguir para un maratoniano.
Llegaba el día… atrás quedaron 94 entrenamientos
repartidos en: 70 entrenamientos de carrera y 24 de gimnasio, 928 Km de
entrenamiento, 3 lesiones musculares y muchas horas de dedicación.
La transformación era evidente, en un año había
pasado de correr no más 20 km semanales, quedar tieso y necesitar una semana
para recuperar, a correrlos 80 Km que hice alguna semana, recuperando bastante
bien a nivel muscular. Pasar de 65 km en Febrero 2015 a los 227 Km de Febrero
2016 fue toda una experiencia.
LA ESTRATEGIA
La estrategia ya estaba preparada. El corazón me
pedía 4:45. La cabeza, bien aconsejada por el mister me decía que salir a ese
ritmo no garantizaba el principal objetivo que era llegar. Según el mister
podía ir a 4:45, había entrenado para ello. Sin embargo los problemas
musculares alimentaban las dudas sobre como reaccionaría mis músculos y la
prudencia te susurraba un ritmo de 5:00 min, es decir 3 horas 30 minutos.
En mi cabeza se retenía aquel ritmo medio de
4:50 en 32 Km con bastantes buenas
sensaciones, así que despejar las dudas llevó su momento.
Finalmente buscamos una opción intermedia entre el
4:45 y los 5:00 de ritmo, intentar rodar por debajo de 5:00 min/km para poder
bajar de 3h 30 minutos.
Acordado el ritmo, la garantía llegó cuando Carlos
me dijo que iba a llevar de liebre al gran “Pancho”. Experimentado maratoniano
que había conseguido bajar de 3 horas un año antes en el mismo escenario y que
hacía apenas 1 mes que había disputado un maratón en Italia.
Las estrategias generales de la carrera ya estaban
listas, sólo faltaban los detalles.
Siguiendo algunos consejos y tal como había
entrenado tenía claro los geles y los avituallamientos.
Para los geles opté por reponer en el momento en
que su efecto cayese. Cambié el de cafeína que inicialmente tomaba antes de la
carrera por tomar uno de cafeína en el Km 5. Ese me tendría que llegar hasta el
Km 15 donde tomaría el segundo (sales). El tercero en el 25 Km también de sales
y el último en el Km 35 (otro de cafeína para llegar a meta)
Beber siempre ha sido un problema, (en carrera) el
agua fría y beber de botella para mi no era compatible. Así que me cojí una
especie de danacoles con tapa, los vacíe y los llené de aquuarios. Pequeños
botecitos de 6,5 cl que llevaría en mi riñonera (por cierto un gran
descubrimiento) En total llevé 6 botes para tomar cada 5 km, empezando en el kilómetro
5, 10, 15, 20, 25 y 30. Mi idea a partir de ahí era beber lo que pudiese en los
avituallamientos.
En principio todo lo que podía estar controlado,
lo estaba y además entrenado, por lo que “sólo” quedaba mi respuesta… casi
nada.
EL DÍA ANTES
El viernes me despedí de mis compañeros de trabajo
que me dedicaron todo tipo de malos augurios, cariñosos claro está y
probablemente merecidos.
Todo estaba preparado, pero no. Faltaba algo.
Durante toda la semana daban mal tiempo para la maratón y con los antecedentes
de la semana pasada en la VigBay me faltaba la última vuelta de tuerca, unos
manguitos para el frio. Así que entre lo que quedaba del Viernes y el Sábado
ese se convirtió en el objetivo. La verdad es que no fue mala compra. Liberan
del frio y son cómodos.
Después de vueltas y vueltas por fin encontré unos
que me acompañasen para tan largo viaje. Ya todo estaba ok.
El sábado intenté reproducir el desayuno del
Domingo, Salí a estirar las piernas y preparé la maleta. Una doble maleta
porque después de la Maratón tenía que hacer 220 km para llegar a las 15:45 a
un pueblo al lado de Verín donde jugaba el equipo que entreno, el Gondomar CF.
Llegó el momento de irme. Mi mujer vino a
despedirme y me regaló un beso, faltaban
las peques. Era raro.
De repente vienen corriendo. La mayor me da un
abrazo enorme y me da una pulserita:
-
“
Toma papá, para que te acuerdes de mi”
Era una pulsera verde que ponía “Cuida de ti”.
Semejante regalo solo merecía que me la pusiera en aquel instante y no me la
sacase hasta terminar la carrera.
Llegó también la pequeña…
Llegó también la pequeña…
-
“Este
es el mío, guárdalo”
Un peluche de Pepa Pig era un gran recuerdo aunque
mas difícil de llevar en carrera ;)
Tres compañeros y yo nos fuimos a dormir a Coruña
(Fran, Juan y Miguel en principio ellos decían que íbamos a ir al mismo ritmo,
pero yo sabía que no, como así fue)
Quedaron para salir los 3 del mismo sitio y nos
encontramos en el área de servicio de
San Simón. Fran se vino conmigo para hacer más llevadero el trayecto.
Gran compañía la de Fran que curiosamente empezamos en el equipo en la misma
época (aunque el ha logrado avanzar más rápido) y con el que compartí
entrenamientos a horas intempestivas y con días ciertamente, climatológicamente
hablando, muy desagradables. ¿Quién no se acuerda de los entrenamientos en
Navidades bajo aguaceros y temporales de viento?
Decidimos ir directamente a por los dorsales. Allí
coincidimos con el campeonísimo Abel Antón.
Nos quedamos a una pequeña conferencia que me
fastidió el tio del aire acondicionado. Menos mal que llevaba la cazadora,
porque al tio se le fue la mano y casi nos congela o por lo menos esa fue mi
sensación.
Con lo mal que
me sienta el aire acondicionado, lo único que me faltó fue ponerme la
capucha, porque me metí tan dentro de la cazadora que prácticamente no se me
veía.
Terminada la clase magistral me despedí de mis
compañeros y me fui a la casa que me había prestado un familiar donde iba a
pasar la noche.
El día no podía ser peor, lluvia y lluvia, viento
y viento, el clima ideal para un pre maratón.
Y además había que cenar. Aconsejado por tanta
gente no sabía si tomar proteínas, cenar suave, hidratos o que… Buen lío tenía
y además no tenía paraguas.
Salí andando y me fui hacia la zona de
restaurantes en busca de pescado, llovía y llovía. Entré en uno, una especie de
taperia restaurante. Mire la carta y
todo delicioso, pero pulpo, arroz de vieras, calamares, revueltos,
croquetas…aquello no pintaba bien. Así que a lo práctico. Consulta a quién más
sabía, el mister (que para eso había sido olímpico).
Su recomendación, pasta y allí no había. Así que
me levanté de la mesa, me disculpé y me fui en busca de un italiano. Después de
3 pasos me acordé de un histórico herculino y para más inri en la misma plaza
que al día siguiente intentaría conquistar… el Cambalache de la plaza María
Pita.
Unos simples spaghettis con tomate, una estrella
un chupito para el frio, unas fotos bajo la lluvia que me sacó el segurata con
cara de cabreo en la línea de meta y para casa algo más que empapado.
EL DÍA D o la también llamada CRÓNICA DEL MARATÓN
6:00 am suena el despertador.
Comienza la rutina ya ensayada, nada de la mano de
la improvisación. Ducha y desayuno, desayuno que había importado íntegramente
de Vigo.
Zumo de naranja con nevadito (no podía faltar),
ajo negro, café con leche de soja, tostadas con mantequilla y mermelada y
listo.
Después de desayunar tocaba preparase para la
carrera.
Un año antes, la
primera vez que salí a correr recuerdo exactamente lo que llevé:
-
Un pantalón de fútbol
-
La primera camiseta que encontré,
-
Una
sudadera del Gondomar CF
-
Y
unas zapatilla Nike que compré en un outlet, que las había utilizado sólo una
vez y que no tenía ni idea si eran para pronadores, supinadores, mixtas,
rápidas, lentas o lo que fuera. Eran blancas, eso sí.
Cualquier parecido de este primer día con el día D
en cuestión era mera casualidad.
-
La
camiseta era de asas y del equipo, por supuesto.
-
El
pantalón de fútbol fue sustituido por unas mallas de compresión.
-
La
sudadera del Gondomar por una del CARMA (equipo)
-
Además
los calcetines blancos de deporte de toda la vida de 3€ 6 pares, habían sido
sustituidos por unos técnicos negros de 10€ el par.
-
Debido
al entrenamiento y a los problemas del sóleo y Aquiles que tuve durante la
preparación, no podían faltar las medias de compresión.
-
Como
había que llevar avituallamiento la solución fue llevar un cinturón…
-
Por
supuesto la ultima “boca” en incorporarse a la familia, los manguitos…
Nada que ver como se puede comprobar.
Lo de las zapatillas era un tema a parte. Mi
problema con las zapatillas deportivas y las uñas es ya un clásico. Hasta ese
día usaba un compeed para una uña de cada pie, la que se veía afectada. El día
del Maratón decidí vendar todos los dedos
aplicando la lógica de la distancia. Este “error” me sirvió para mantenerme
distraído unos cuantos Kms.
Llené las botellitas con Aquarius hice una pequeña
mochila con una sudadera y una camiseta y me fui para la salida.
Apenas 500 metros de caminata… el día había cambiado
radicalmente. No había frio (si fresco), ni lluvia, ni viento… aquello parecía
una ciudad del levante.
Al llegar lo primero que me encuentro es a mis
compañeros del CARMA que habían llegado andando desde el Hotel.
4 pasos más y de frente contra mis compañeros del
equipo GLADIATOR de “Galicia en Goles” Xoan Galán director del programa y que
participaba en el 10 km y el gran Miguel Lameiro, capitán del equipo y
encargado de narrar y cantar los goles de los equipos de 2ªB de Ferrolterra.
Aquello asemejaba a correr como en casa. Sobre
todo cuando llega el CARMA coche que había salido a horas intempestivas desde
Vigo. Allí llegaron el Mister Carlos, La Liebre y presidente Pancho (fenómeno
mediático allá donde va), el gran Lamas al que al final pudimos convencer y que
se nos iba a unir a nuestra grupeta y Bruno que también iba con la misión de
ayudar a Juan, Fran y Miguel. Como se puede ver todo organizado.
Toda cita importante conlleva la visita de esos
bichos estomacales (mariposillas queda un poco así…), así que les llamaremos
lagartos que empezaban a moverse por el estómago. Había ilusión pero también
había respeto por la enjundia del reto al que me iba a enfrentar.
El foco atencional intenté mantenerlo amplio y
externo, no quería centrarme en mis sensaciones, simplemente disfrutar de una
ciudad que conocía muy bien y de una inmejorable compañía.
Sin embargo la cabeza de acuerdo con los pies
estaban empeñados en impedirlo. Ya situados en la línea de salida lo de las
protecciones no lo veía claro. Así que casi sobre el bocinazo de salida me
desaté las zapatillas y me quité los apósitos ante las voces de mis compañeros
que amenazaban con atropellarme.
Por fin liberados los dedos y después de los
abrazos correspondientes tomamos la salida en los Cantones.
Aquí entra en juego por primera vez la pulsera
verde de mi hija mayor. Cuando salimos la besé por primera vez a modo de
ofrecimiento familiar de semejante esfuerzo a realizar. Sin duda fue uno de mis
grandes apoyos en carrera.
- Km 1 (4:46): Salida por los Cantones, dirección
Juana de Vega y el Orzán. Las sensaciones iniciales eran como de casi no
correr. El objetivo estaba claro, ir por debajo de 5:00 para bajar de las 3
horas y 30 minutos.
- Km 2 (4:52): Nuestro grupo lo tiene claro. Nos
empieza a pasar la gente pero “Il capo” Pancho
domina los tiempos. Nos quedamos Pancho, Lamas y yo, prácticamente los que nos
mantuvimos unidos toda la carrera. Mi atención basculaba frenéticamente del
interior al exterior. Seguía con los dichosos dedos, preguntándome si mi ultima
decisión no influiría en el final de la carrera. Por otro lado disfrutaba del
Orzán, probablemente la playa que más he frecuentado y eso que en Coruña es
difícil esto de ir a la playa.
- Km 3 (4:43) Mi objetivo era saber dónde había
que dar la vuelta. Este Km y el anterior picaban hacía arriba, pero a estas
alturas el ritmo no se notaba. Seguía con la sensación de correr cómodo aun
cuando mi mente visitaba de vez en cuando a los dedos de mis pies.
Sobre este Km más o menos empezó el “show” Pancho,
dicho de la manera más respetuosa e incluso acompañado de admiración. Al pasar
por el primer avituallamiento me doy cuenta que uno de los voluntarios lo
saluda y lo llama por el nombre. Sería el primero de muchos.
- Km 4 (4:45) Ya habíamos girado y comenzamos a
bajar. Los 3 grupos de música apostados a lo largo del paseo empiezan a
desperezarse. Los primeros corredores nos empiezan a pasar y se quedan
sorprendidos por el ritmo de Pancho.
-
¿Qué
te pasa le preguntaban? Mientras le saludaban y sonreían parecía que con la
satisfacción de dejar atrás al mítico presidente del CARMA.
Yo maginaba su respuesta mientras escuchaba aunque
el nunca lo dijo…
-
“Pues
estoy haciendo de liebre del tio este de atrás que va dándole vueltas a sus
dedos…” Esa debería ser su respuesta.
- Km 5 (4:47) Llegó el primer punto del plan.
Objetivo hidratarse con un botellín de aquarius y tomar el primer gel, este con
un poco de cafeína. El ritmo se mantenía.
Pero antes, una de las anécdotas de la carrera. Un
compañero de Ourense reconoce a Pancho y nos suelta…
-
“No
puede ser, adelantando a Pancho en un Maratón. Esto merece un selfi”
Lo que no esperábamos los allí presentes, es que
sacase un móvil de su cinturón y nos hiciera un selfi.
- Km 6 (4:53) Llegamos a Riazor más pendientes de la clase de Zumba allí programada que del avituallamiento. Eran momentos de una focalización totalmente externa. La presencia de Lamas sin duda ayudaba a eso.
- Km 6 (4:53) Llegamos a Riazor más pendientes de la clase de Zumba allí programada que del avituallamiento. Eran momentos de una focalización totalmente externa. La presencia de Lamas sin duda ayudaba a eso.
- Km 7 (4:43) Manteníamos el ritmo, la verdad es
que cómodo. Pasamos por primera vez por el reloj que marcaba el punto de la
media maratón era la zona con más gente y donde más sentimos su animo.
Fue el segundo momento donde besé la pulsera de mi
hija. Cada vez que la besaba llegaban los pensamientos positivos. Las
sensaciones son difícilmente describibles. Era como un escalofrío que me recorría
todo el cuerpo, era mi “gel psicológico”
A todo esto Pancho seguía recogiendo la admiración del público
y de los corredores. Animo y palabras de agradecimiento que siempre devolvía
con un gracias o con un aplauso. Yo, mientras asistía a este orgasmo empático entre el público y un corredor “vigués” que
corría a mas de 150 km de su ciudad.
Mientras tanto comenzábamos el camino de la otra
parte de la península, tal vez la mas fea para el corredor y la más difícil.
- Km 8 (4:48) Pancho controlaba todo y como pasa en
el ciclismo, los experimentados corredores sabían la “rueda” que había que
coger. Así que se formó una pequeña grupeta en la que se fue adhiriendo gente.
Gente que no conoces, pero que con el paso de los Kms acabas compartiendo
charla y sufrimiento. Un amigo portugués de Pancho, un amable veterano coruñés
y dos corredores más con los que hicimos la mayor parte del Maratón.
- Km 9 (4:51) El tema de los dedos se cerraba poco
a poco y se abría otro, comenzaban las molestias que durante los últimos dos
meses de entrenamiento me habían acompañado, el tendón de Aquiles.
- Km 10 (4:47) Entramos en la parte del puerto, toca
la segunda botellita de Aquarius. De fuerza vamos bien. Se paran a “descargar”
el gran Lamas y el gran Lameiro y me surge la duda si acompañarlos. Decido no
hacerlo para no desgastarme. Esta parte del recorrido para mi es desconocida.
Me sorprende una especie de ducha para refrescarse, curiosa pero no la use…
- Km 11 (4:55) En este momento aún recuerdo cuando
Pancho me preguntó como iba. Le comenté lo de mi talón… quedaban 34 Km, a saber
lo que pensó…
En ese momento los refuerzos positivos eran muy
importantes y prácticamente me había propuesto besar la pulsera cada km y así
lo estaba haciendo.
- Km 12 (4:58) Salimos del puerto y volvemos a
“territorio comanche” volviendo por la Avenida del Ejercito. Logro controlar el
dolor en el tendón.
- Km 13 (4:52) Ya en el centro de la ciudad, son
Km de disfrutar, de gente animando y de Pancho animando a la gente a cada km
que pasaba, cada gesto, cada palabra de animo de la gente me demostraba que
este corredor estaba en otra dimensión, corría en otra categoría en la que no
ganaba el tiempo, ganaba el carisma y ahí estaba él haciéndome de liebre, desde
luego todo un lujo.
- Km 14 (4:42) Primer tercio de carrera y primer
paso por la línea de salida. En este caso teníamos un objetivo claro que no era
otro que el locutor dijera “CAR Marisqueiro” cuando nos viese pasar bajo la
pancarta. Lo conseguimos.
- Km 15 (4:42) Comenzábamos la segunda vuelta y
las sensaciones de la primera fueron bastante buenas. Era el mejor momento. Ni
dedos, ni tendones ni isquios. El cuerpo fluía, iba bien y cómodo. Además
habíamos conseguido el objetivo de bajar de 5:00 en todos los kilómetros.
Con todos estos pros llegó el segundo gel, esta
vez uno de sales minerales y el tercer botellín de aquarius.
- Km 16 (4:44) Marcábamos ritmo como un reloj. El
grupo se mantenía unido. No sabía que nexo de unión había entre todos,
seguramente un ritmo cómodo y la compañía, correr 42 km solos debe de ser muy
duro.
- Km 17 (4:57) El circuito no sólo te permitía
vivir tu carrera, sino también vivir la de los demás. Primero nos cruzamos con
un Miguel Angel espectacular a ritmo de sub3 y que se había despegado del grupo
con el que había salido. Los consejos de Pancho en la lejanía parecían no
encontrar receptor, porque Miguel iba e iba a más y detrás de él, llegaba el grupo
de Bruno, Juan y Fran que marchaban sin problemas.
También nos cruzamos con otras nécoras como Begoña
(única representación femenina del CARMA en carrera) o como Montxo.
Reconocimiento a parte merece la doble carrera del
“mister”. Iba más atrás como liebre de un atleta suyo pero no hubo vez que nos
cruzaremos que no me preguntase como iba o que no me obsequiase con una palabra
de ánimo. Sin duda el trabajo de Carlos, antes y durante la carrera fue de 10.
- Km 18 (4:52) Empezamos a bajar y las sensaciones
seguían siendo buenas, pese a ello no dejé de trabajar mi cabeza y aprovechaba
para alimentarla de pensamientos positivos, con mi familia siempre en mi
cabeza. Era energía positiva que estaba seguro que más tarde necesitaría.
- Km 19 (4:42) Camino de Riazor los grupos de
animación comienzan su actuación, alguno cumple su cometido, otros en vez de
tocar animaban y luego había uno de esos cantautores que… mejor encajaría en
una sesión de melancolía que en una carrera de superación.
- Km 20 (4:52) Llegamos al templo del fútbol
coruñes convertido en templo de la zumba, invadido por cientos de aficionados a
tan noble propuesta deportiva. Como cada 5 km tocó botecillo de aquarius y
tirar para llegar a la media.
- Km 21 (4:46) Pasaban de las 10:15 de la mañana cuando
volvemos a pasar por Juana de Vega dirección la avenida del Ejercito. En ese
punto estaba marcado la media maratón. El grupo lo formábamos 8 corredores, ya
que el compañero portugués amigo de Pancho se había descolgado.
De los 8 que estábamos, 3 éramos los CARMAS, un
señor oriundo de Coruña (con el que criticamos el estado del asfalto) y que no
era ningún chaval (miraba para él y pensaba… “ole tus cojones”) También nos
acompañaban dos rockeros, uno a la vieja usanza al mas estilo Rosendo (creo que
era de Ourense) y otro con gorra y gafas de sol con el que compartí desafección
hacía el cantautor de riazor que buscaba con ahínco que “nos cortásemos las
venas”
Completaban el grupo dos chicos más que ni se
inmutaron, cogieron ritmo y allá iban.
1:43:32 fue el tiempo de paso por la media. Cuando
pasamos por ese punto, la sensación de que estábamos haciendo las cosas bien y
en tiempo, fue plena. Habíamos alcanzado la mitad del objetivo con 1’30 de
colchón.
- Km 22 (4:36) Mientras yo km a km me tomaba mi
gel “psicológico” Pancho seguía a lo de él. Al más puro Al Pacino, comandaba el
grupo, marcaba el ritmo, animaba al publico, recibía elogios, saludaba a los
compañeros, en fin… todo en uno.
- Km 23 (4:46) Las sensaciones seguían siendo buenas, sabía que entrabamos en la zona menos agradecida del recorrido y había que preparase.
- Km 23 (4:46) Las sensaciones seguían siendo buenas, sabía que entrabamos en la zona menos agradecida del recorrido y había que preparase.
- Km 24 (4:37) Seguíamos acumulando Kms y en mi
cabeza se asentaba la idea que todavía estábamos en territorio comanche y que
los 24 km ya los había hecho otras veces sin problemas.
- Km 25 (4:59) Dos motivos fundamentan el pequeño
descenso del ritmo. Primero el avituallamiento, toco gel de sales y botellín. Y
en segundo lugar que Pancho paró a quitarse una piedrecilla de las zapatillas.
Saber si llegaría a meta sin parar a descargar fue en esos momentos mi gran
duda. Según mi lógica lo que bebía salía por el sudor, pero no tenía todas
conmigo así que decidí no parar y encomendarme a mi organismo para aguantar
hasta meta. Pancho paró y entre Lamas y yo tiramos del grupo.
- Km 26 (4:39) A lo lejos asomaba el mister que
incluso se permitió el lujo de preguntarme como estaba. Yo levanté el pulgar
hacía arriba en señal de que “ir, íbamos, como podíamos”
- Km 27 (4:49) Nos manteniamos los 8, era como si
todos corriéramos a lo mismo. Entramos en los cantones y mis sensaciones son
mejores de las que podía imaginar.
- Km 28 (4:42) El paso por línea de meta indica que sólo nos queda una vuelta más. El comentarista ya nos nombra sin nosotros buscarlo, esta vez importa menos que la anterior. Lamas dice algo como que… “ahora a descontar” … o lo soñé?
- Km 28 (4:42) El paso por línea de meta indica que sólo nos queda una vuelta más. El comentarista ya nos nombra sin nosotros buscarlo, esta vez importa menos que la anterior. Lamas dice algo como que… “ahora a descontar” … o lo soñé?
- Km 29 (4:36) Hacemos la transición hacía la zona
del Orzan, mi cuerpo empieza a notar el cansancio. Otra vez la pulsera, otra
vez la familia, otra vez las niñas, otra vez el escalofrió que recorre mi
espalda, otra vez intento mover las piernas un poco mas rápido, otra vez
aprieto los dientes, otra vez pienso que hay que sufrir hasta el final.
- Km 30 (4:59) Llega otra vez el avituallamiento.
Según el planning dejaré el aquarius y beberé la bebida azul esa que daban en
los puntos de hidratación. Estamos subiendo en la que era la ultima parte dura,
a nivel recorrido, antes de dar la vuelta al Acuario. Mi cabeza pide bajar,
buscando un punto de mejoría y de descanso. Mientras tanto el cantautor seguía
martilleando nuestra moral con canciones demasiado mundanas y terrenales, cuando
uno lo que realmente buscaba es la adrenalina de la heroicidad, la garra de
quien no se rinde y de quien sueña. Pero claro esas sensaciones salen con
melodías más del estilo “Thunderstruck”.
El comentario de mi compañero rockero de gafas de
sol y el mio sonaron al mismo tiempo con un “vete a tomar por culo” dirigido al
señor que se postraba delante del micro.
- Km 31 (5:03) Finalizada la subida y comenzaba la
bajada. A duras penas me mantengo en el grupo. Comienzo a bajar y me empiezo a
arrepentir de no haber comido nada. Me entra el mono del plátano, de la
naranja, del níspero, de todo… Beso otra vez la pulsera, busco ese rincón de mi
cabeza de donde salga la fuerza. Me empiezo a dar cuenta de que algo no va
bien.
- Km 32 (4:48) Las piernas ya no pueden seguir el
ritmo del grupo, era como si no dieran más, todavía no había dolores musculares
limitantes, pero la sensación era como si no las pudiese mover más rápido. El
grupo se da cuenta, Pancho se da cuenta, inmediatamente se pone mi lado y me grita
-
“Tu
aquí a mi lado, vamos”
Mi primer pensamiento fue de empatía con los
jugadores que entreno y con los que he entrenado. De repente los entendí a
todos, o casi todos… Cuantas veces había hecho yo de “pancho” pidiendo algo que
parece tan sencillo pero que no lo es.
Al mismo tiempo comprendí la esencia de la
situación y de que así tenía que ser.
- Km 33 (4:45) En el argot ciclista iba haciendo
la goma, no me distanciaba pero cerraba el grupo. Sin embargo los ritmos los
íbamos manteniendo por lo que llegue a pensar que había una parte del grupo que
quería más.
En ese momento sólo tenía un objetivo y así se lo
dije a Pancho.
-
“Quiero
fruta, necesito fruta”
Pocas veces tuve tantas ganas de comerme un
plátano o una naranja. El objetivo era llegar a Riazor donde estaba el
avituallamiento.
- Km 34 (4:49) De repente Pancho me pregunta.
-
“
¿Qué quieres?”
-
yo
farfullé… “plátano”
Como si estuviésemos en el Km 10 de carrera cambió
de ritmo, esprintó y acabó con todo el plátano que estaba en la mesa.
Se gira y me lo da como si fueran gominolas o
cachuetes, todo para dentro.
Mi gozo en un pozo, desde ese momento sabía que el
plátano no tenía super poderes. porque aquello siguió de manera muy similar.
- Km 35 (5:04) En aquel momento el grupo se
empieza a romper, los dos rapados quieren más, el señor mayor ya se había
quedado, el Rosendo del maratón también.
A los ánimos de Pancho se les unen los del
compañero rockero de la gorra y las gafas de sol que con un “ vamos adelante”
me sorprende. Dicen que la música une y aquel momento de “cortarse las venas” fue
suficiente para tal ejercicio de empatía.
Tomo mi ultimo gel de cafeína y mi ultimo
botellín… “Alea iacta est”
- Km 36 (4:50) Estaba claro que nos quedaba lo
peor. Nos quedaba la zona más fea, de asfalto más quebrado, de soledad, de
sufrimiento. De repente los cuádriceps empezaron a sufrir el efecto bizcocho.
Me sentí como un bizcocho en un horno. Calor, mucho calor e hinchazón. Aquello
iba mal y comenzó el espectáculo Pancho. La escena era curiosa, sólo quedábamos
los 3 CARMAS, unos por delante y otros por detrás nos habían dejado en la
soledad.
Lamas, 3 metros por delante de Pancho y de mi. No
se sabía muy bien cual era la estrategia, si el ritmo no le llegaba, si quería
tirar, si buscaba oxigeno para respirar, si no quería escucha a Pancho… Y es
que Pancho corrió dos km de lado. Animando y tirando, todo un ejercicio de
psicología. Tenia mi psicología externa y mi psicología interna en forma de
pulsera verde.
- Km 37 (5:04) “Quedan sólo 5 Km para la meta,
para la gloria” me decía no sin razón Pancho.
Y por delante Lamas.
Lamas es un competidor por excelencia. Sabe sufrir,
sabe competir y sacar lo mejor de si mismo en cada carrera.
He entrenado muchas veces con él. Parece que va
muerto, que si el ventolín, que si el viento sobre su despejada cabeza… pero al
final siempre está ahí. Lo pude comprobar en la media de Viana, en la de
Pontevedra o sin ir mas lejos en el Maratón. Fue sin prepararlo, habiendo hecho
la VigBay la semana anterior y ahí estaba él, tirando del grupo siempre metro y
medio por delante de Pancho y de mi.
Sin duda Lamas es parte muy importante para mi en
el CARMA, como lo fue y lo es mi compañero Mikel con el que tantas carreras
hemos corrido juntos y como lo fue Pancho por su gran trabajo en Coruña.
- Km 38 (4:59) De repente un grupo animoso de
gente se nos acerca. Un corredor con una pegatina que pone “LIEBRE 3:30”nos
adelanta y nos anima a que les siguiéramos.
Mi cabeza no lo entendía. Como iba a ser ese el
ritmo de 3:30? Es cierto que no íbamos en el mejor momento pero habíamos bajado
de 5:00 min en 36 de los 38 Km que llevábamos.
Mi cabeza
se resignaba a pensar que se nos estuviese escapando el objetivo de bajar de
3:30.
La idea de que algo fallaba en aquella liebre
también era compartida por Pancho que seguía acudiendo sin parar a todos los
mensajes y palabras positivas que puedes leer en un libro de psicología.
- Km 39 (4:57) Logramos mantener milagrosamente el
ritmo por debajo de 5:00 camino del avituallamiento. Pancho se vuelve a
adelantar y nos espera para darnos fruta y bebida.
Las piernas no van o no parecen ir. El pensamiento
de que solo quedan los 3 últimos kilómetros intenta ayudar aunque no es fácil.
En mi cabeza sólo un objetivo que era bajar de 3:30.
Lo que recuerdo de ese momento es que a Pancho le
decía constantemente “Llévame por debajo de 3:30” como consiguiese seguirlo ya
era harina de otro costal.
En esos momentos se pasearon por mi cabeza todos
los entrenamientos y el esfuerzo realizado, era el momento de sufrir y por si
me olvidaba tenía a Pancho que cada 2 sg soltaba una frase motivadora…
- Km 40 (5:18) El ritmo caía también influenciado
por el avituallamiento. Carlos Adan se cruza y me grita “Vamos que ya está”
Había que sufrir, sólo dos Kms y luego los 195
metros de gloria.
Realmente lo que quería salir era de esa zona y
encarar la avenida del Ejercito, prólogo de la entrada en los Cantones.
- Km 41 (5:01) Salimos de Oza, las piernas no se
sentían pero la meta estaba ahí. Recuperamos ritmo, con la misma idea, bajar de 3:30. Era lo único que le decía a
Pancho.
El objetivo era terminar, pero eso valía para el
aprobado. Si quería nota necesitaba cumplir el objetivo de tiempo propuesto.
Mi cabeza seguía pensando que la liebre no iba en
tiempo. Nuestros parciales así lo indicaban. Miraba mi reloj y las cuentas me
salían faltaban dos kms y si manteníamos el ritmo teníamos que terminar por
debajo de los 3:30.
- Km 42 (4:43) En el ultimo km ya no corrían los
cuádriceps, recobramos los ritmos de toda la carrera y justo antes de entrar en
los cantones nos encontramos a la liebre casi parada… me dieron ganas de
decirle algo. ¿A cuantos corredores habrá dejado por el camino lejos de su
objetivo por haberlos llevado fuera de ritmo? Sin duda no fue un buen trabajo
por su parte.
La gente aunque no se agolpaba, si que se notaba
su presencia… de repente una mujer nos grita… “Vamos Marisqueiros de Vigo”
¿En Coruña? Pensé yo.
Lo que estaba claro es que el atletismo es
distinto. En los aficionados, en el compañerismo, en las sensaciones… jamás, y
llevo toda la vida en el deporte, he notado las sensaciones que estaba
teniendo.
Llevar el cuerpo al limite, sentir que no puedes
más, doblegar a los pensamientos negativos, el refuerzo positivo, la
superación, el entrenamiento, la perseverancia, el dolor, las lesiones, los
desengaños (el fracaso en deporte creo que es una palabra que no tiene cabida).
Pero faltaba todavía… de repente empiezo a
respirar con dificultad, mi cabeza inmediatamente me llevó a un problema, pero
rápidamente distinguió.
Era la emoción, esa emoción que no me dejaba
respirar, sabía que llegaría, sabía que bajaría de 3:30, disfrutaba del momento,
de todas las veces que había jugado por allí, de las veces que había transitado
por aquellas calles con mi familia, con mis amigos y aun quedaba la entrada en
María Pita, plaza donde nació mi padre y donde mi Abuela vivió tantos años.
Con el Rio Tinto, el Rialto, el Cambalache, la
calle de la Franja, el Ayuntamiento, tantos y tantos recuerdos que me
dificultaban la respiración.
Y sobre todo mi recuerdo para mi mujer y mis
hijas, para todas las horas dedicadas, los sacrificios… todo recobraba sentido,
todo valía.
- 195 metros. No se cuanto tarde en recorrerlos. Entrabamos
en la Marina miré a mis compañeros les agradecí su esfuerzo, estaban allí por
mi y eso es un lujo nunca del todo agradecido.
Enfilábamos los tres la entrada en Maria Pita, Pancho en su línea, agradeciendo y aplaudiendo a todo el mundo. Lamas y yo… si la cara es el reflejo del alma pues sobran las palabras.
Los últimos metros de María Pita fueron para disfrutarlos, no era necesario llegar rápido (el objetivo estaba cumplido) fue tiempo para abrazarnos, para chocarnos las manos, para agradecer a mis compañeros todo su apoyo y por supuesto fue tiempo para besar por ultima vez la pulsera verde que mi hija Antía me había dado.
Al contrario de lo que me imaginaba no hubo lagrimas al acabar, hubo alegría y celebración al más puro gol en el último minuto (deformación profesional).
Pero no se equivocó quién auguraba estas lagrimas, estas estuvieron presentes, pero aparecieron 195 metros antes y fueron interiores… Lloró el alma…
Senso nullun dolorem, nullum gloriae.
JABU
Enfilábamos los tres la entrada en Maria Pita, Pancho en su línea, agradeciendo y aplaudiendo a todo el mundo. Lamas y yo… si la cara es el reflejo del alma pues sobran las palabras.
Los últimos metros de María Pita fueron para disfrutarlos, no era necesario llegar rápido (el objetivo estaba cumplido) fue tiempo para abrazarnos, para chocarnos las manos, para agradecer a mis compañeros todo su apoyo y por supuesto fue tiempo para besar por ultima vez la pulsera verde que mi hija Antía me había dado.
Al contrario de lo que me imaginaba no hubo lagrimas al acabar, hubo alegría y celebración al más puro gol en el último minuto (deformación profesional).
Pero no se equivocó quién auguraba estas lagrimas, estas estuvieron presentes, pero aparecieron 195 metros antes y fueron interiores… Lloró el alma…
Senso nullun dolorem, nullum gloriae.
JABU
Me la he vuelto a leer!!! Grande Julito!!!
ResponderEliminarBuenas. Soy uno de los "rapados" (en concreto el de la camiseta naranja) que compartió bastantes kilómetros con vuestro grupo y quería aprovechar para comentar varias cosas. En primer lugar felicitarte por haber logrado el objetivode terminar tu primera maratón y además con el tiempo previsto. En segundo lugar felicitarte por haber escrito una crónica tan detallada y bien redactada, me has hecho revivir momentos de mi propia carrera que ni yo mismo recordaba ya. Y por último quisiera comentar que fue un placer compartir esos quilómetros con vosotros; aunque mi unión a vuestro grupo fue algo improvisado (creo recordar que entré un poco antes de la media maratón), me sirvió de gran ayuda para lograr MMP en mi cuarta maratón. Espero que volvamos a coincidir. Un saludo.
ResponderEliminar