Apenas dos meses después de conseguir mi mejor marca en maratón,
en Sevilla, haciendo 3h28m10s había gente que consideraba algo arriesgado,
incluso una locura, atacar otra vez la distancia mítica. Así que a la locura
propia, la pasión por correr maratones, las ganas de volver a Coruña y la
motivación que suponía hacer el décimo, le uní la cordura de saber que no iba a
mejorar mi marca y la ilusión por acompañar a mi amigo Javi en su primer
maratón.
Con estos ingredientes me marqué unos objetivos claros.
Pasarlo bien, disfrutar, acabar y acompañar a Javi hasta el final. Si íbamos al mismo ritmo,
perfecto, si él flaqueaba en algún momento, acompañarle, y si tiraba más que
yo, apretar los dientes y seguirle. Como siempre, vaya.
Después de levantarme a las 6:01 (sí, sigo siendo
supersticiosos) desayuné en la habitación y salí a dar un paseo de
reconocimiento. La mañana estaba perfecta para correr. Poco, muy poco viento,
temperatura fresquita agradable y el cielo encapotado. Pasé por la plaza de
María Pita y por la calle Real. Todo estaba preparado para vernos llegar en
unas horas.
A las 8 quedé con Javi y el resto de compañeros del CARMA
(ya sabéis, el mejor equipo de atletismo del mundo). Pancho, Bruno, Alejo y
Víctor se colocaron en el primer cajón, con el objetivo en su cabeza y en sus
piernas de acabar en menos de 3 horas. Lamas para bajar de 3:30, y Mincha, Javi
y yo nos vamos al último cajón. Javi es la primer vez que corre esta distancia,
Mincha ya lo ha hecho en 16 ocasiones, pero llega lesionado y con pocos
kilómetros, y yo…a cumplir los objetivos ya planteados.
Salimos con tranquilidad. Mi idea es llegar a la media
maratón en 1:45-1:50, y a partir de ahí, hacer balance de daños y decidir qué
hacer. El recorrido de este año deja dos partes claramente diferenciadas. La
primera mitad me resulta fea, pero al menos es al principio, todavía vamos frescos.
De esta primera mitad me quedan para el recuerdo varias escenas, como a los
compañeros Pi y Banderas, haciéndonos fotos y animándonos a la altura de “el
Corte Inglés” con megafonía incluida. O los cruces con los compañeros, viendo y
disfrutando al ver cómo iban cumpliendo sus objetivos, o esa señora que a la
altura del 16 nos llamó "los tres mosqueteros”.
Pasamos la media en 1h48m12s. Vamos bien. Calculo que de seguirá
así la cosa, si no paramos (y eso no entra dentro de nuestros planes) estaremos
entre 3h35m-3h40m.
Mincha nos dice que cómo se nota quién va entrenado y quién
no, y es que en un momento Javi y yo, sin darnos cuenta, hemos empezado a ir
más ligeros. Volvemos a regular nuestro ritmo. Tenemos como objetivo parcial de
carrera llegar al 30 con ganas de correr, y no hay que apresurarse.
Van pasando los kilómetros y a la altura del 24 pasamos a la
parte de las playas. Nos quedan 18 kms duros. Vamos con fuerza, pero aquí nos
esperan cuestas y viento, dos vueltas entre las dos rotondas (Labañou y torre
de Hércules), la pequeña subida de Riazor, y sobre todo la acumulación de
kilómetros.
En ese punto están las familias de los compañeros del CARMA,
animándonos. Javi y yo nos dejamos llevar por el momento y aceleramos. Nos
damos cuenta y volvemos a bajar el ritmo. No hay que dejarse llevar por las
emociones, y vamos con Mincha, que nos dice (lo repetirá varias veces hasta la
meta) que nos vayamos y tiremos. Comentamos que esto es como cuando uno sale de
copas. Se sale todos juntos, se vuelve a casa todos juntos.
Me doy cuenta de que estoy disfrutando la carrera. En mi
cabeza se mezclan muchas historias. Me vienen ideas de cómo puedo ayudar a mis
compañeros a terminar con éxito esta aventura, y me doy cuenta de que es este
empeño en ir con ellos el que me está ayudando a mí a ir devorando kilómetros
sin apenas notarlo. Sin saberlo, ellos me están echando una mano a mí.
Y van pasando los kilómetros. La última bajada desde la
torre de Hércules hasta abandonar las playas se me hace larga. No la sufro,
apenas me duele nada, pero se me hace eterna, hasta que bajamos hacia la plaza
de Pontevedra y vemos el kilómetro 41.
Y ahí sí que sí. El trabajo está hecho. Sabemos que vamos a acabar,
y en un tiempo más que digno. Javi da gritos de ánimo, a sí mismo, a Mincha, a
mí.
Le digo a Javi que tire, que se vaya, que disfrute. Me contesta
lo único posible en ese momento: “sí, hombre, hemos venido juntos hasta aquí,
como para irme ahora”.
Cuando enfilamos la calle real la vista es espectacular.
Toda la calle vallada para dejarnos paso a los maratonianos. Nos cruzamos con
compañeros que ya han terminado, con Víctor, con Bruno, con sus familias, con
Rocío, que nos hace fotos. Aún nos quedan unos 500 metros, pero veo a Javi que
se echa las manos a la cara, emocionado, y me emociono. Le grito, le doy una
palmada, a Mincha también.
Entramos en María Pita, nos damos los tres la mano y
entramos victoriosos, gritando, en meta.
Nos abrazamos. Creo que lloramos, yo por lo menos lo hago. Les
digo gracias, gracias, mil gracias, compañeros, porque me habéis ayudado a
cumplir los objetivos, porque me lo he pasado genial, porque he disfrutado,
porque he acabado, y sobre todo porque me habéis dejado acompañaros hasta el
final, todo un lujo de compañeros.
Como decía al principio, rodeado de héroes
Alejo acabando su primer maratón en 2h 49m 26s. Bestial
Víctor 2h 54m 08s. Genial, como siempre
Pancho por fin consiguiendo ser sub-3, con 2h 56m 12s
Bruno pese a tener algún momento duro, 2h 58m 12s
Carlos, que aunque llegó tarde a la foto, corrió para acabar
en 3h 12m 34s
Lamas, que aunque lo intentamos no conseguimos pillarle, 3h
36m 28s
Otra gran crónica de otra gran experiencia. Enhorabuena a los tres! Julio Álvarez
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