miércoles, 18 de mayo de 2016

Senso nullun dolorem, nullum gloriae. C42K


ESTA ES UNA HISTORIAL REAL.
LOS ACONTECIMIENTOS QUE SE RELATAN TUVIERON LUGAR EN ALGUNA PARTE DE GALICIA ENTRE 2014 Y 2016.
POR PETICIÓN DE LOS PROTAGONISTAS SE HAN CAMBIADO LOS NOMBRES.

POR RESPETO A LOS QUE NO LO VIVIERON TODO LO DEMÁS SE RELATA TAL Y COMO OCURRIÓ.


EL PRECOMIENZO
18:20 del Sábado 9 de Agosto de 2014.
Transcurría el minuto 20 del partido entre A Canuda y Rofervigo. Un sol de justicia arreciaba sobre mi cabeza y dos acciones defensivas consecutivas habían terminado con un corner a favor del equipo rival.
Mientras el jugador rival se prepara, me sitúo en el palo, extasiado y agotado, tanto que por un momento entro en ese limite entre la consciencia y la inconsciencia… me agarro al palo…recupero malamente y logro interceptar el balón lanzado por el rival.
Durante esos instantes van y vienen por mi cabeza multitud de pensamientos, sí de esos que los psicólogos denominan automáticos, la mayoría llegaban a la misma conclusión… “¿que hago yo aquí?” “esto no puede ser, si quiero seguir jugando necesito poner mi cuerpo enforna y adaptarlo al esfuerzo que le voy a exigir”
Este momento resume todo lo que voy a seguir contando. Entrenamiento, adaptación al esfuerzo y resultados. Esta no pretende ser únicamente una crónica de un maratón, sino la crónica de un proceso, un proceso que ha culminado, de manera temporal en un maratón.
Si la idea del lector es centrarse sólo en que ocurrió en el maratón, puede saltarse el ladrillo que voy a lanzar y  saltar directamente al punto que dice… EL DÍA D o la también llamada CRÓNICA DEL MARATÓN
Si por el contrario el lector tiene curiosidad en conocer las entrañas del proceso, aquí va mi relato…
Terminó el partido, sol apretando, calor, es decir todos los ingredientes para quedarse allí mismo, luego me dicen que lo que hago ahora es peligroso. Yo sinceramente pienso que aquello tenia más peligro que la maratón que corrí.
Como buen hombre recién cumplidos los 40 y con síntomas de agotamiento físico (ya había terminado la temporada pasada con problemas en el gemelo) tomo consciencia de que si quiero seguir haciendo deporte de manera sana es necesario no solo un cambio, sino un gran cambio.
Un cambio de hábitos físicos y nutricionales, un cambio que me permita hacer deporte sin poner en riesgo mi salud.
Así que comienzo mi cambio y aprovechando que mi fisio por aquel entonces, Adrian, colaboraba con el gimnasio IFIT y además el gimnasio estaba dentro del campo del Coruxo (siempre futbol) doy ese primer paso y me inscribo esa semana.
Hice la primeras pruebas para ver como estaba y quedé con Joan (el mister) para comenzar el lunes siguiente.
Pero entre medias …¿que pasó?
Sábado 25 Agosto, retomamos el mundo del balón. 17 minutos de juego del partido A Canuda y Sampayo, arranco para disputar el balón y noto como alguien me tira una piedra.
Mi sorpresa llegó cuando me giré y vi que el jugador más próximo era mi portero y estaba a más de 30 metros.
Una vez que fui consciente del problema real, como buenamente pude me fui  para el vestuario.
Ese Lunes con una rotura de fibras en el gemelo y consciente de que la primera parte del plan se había ido al garete acudí lesionado al gimnasio. Desde ese día comencé un plan de recuperación que duró 2 meses y medio.
LA RECUPERACIÓN
Nos situamos en Noviembre, recuperado ya de la lesión.
IFIT y el trabajo de Joan y Marcos no sólo había conseguido recuperarme, sino que además con el trabajo de fortalecimiento del tren inferior había conseguido un buen tono muscular y con el trabajo programado en elíptica también había adquirido un buen nivel de cardio. Sin duda un trabajo muy bueno.
Además durante esos dos meses la mejora en la alimentación había conseguido que me situase un mi peso ideal (algunos me lo discuten pero bueno…) bajando 10 Kg.
Estaba en un momento muy bueno de forma y retome el fútbol. Aquello ya era otra cosa. Jugar, jugaba igual de mal que siempre, pero correr… aquello era un correr sin parar al más puro medio centro aquel que tenia el Barça llamado Víctor Muñoz… un pulmón!
LOS DEL PUPITRE
Andaba yo trabajando duro con el único fin de mantenerse en forma cuando llegó el día D, el 28 de Diciembre, día de las inocentes, de las inocentadas, de las bromas y día fijado también como el de la comida de Navidad.
Tras un buen cocido muy bien regado para la ocasión llegó el tiempo de los digestivos. Una digestión de tales manjares que se prolongó hasta la misma noche del Domingo.
Y en esas nos encontrábamos, entre trifulca y trifulca dialéctica, cuando en un ataque de gallardía el Sr. Paco lanzó un órdago.
-       “A que no tenéis cojones de hacer la VigBay?”
Tras unos momentos de reflexión y confusión inmediatamente el local se llenó de “Vamosssssss!!!” como señal de que todos los presentes aceptábamos el reto.
Hasta ese momento del Sr. Paco (alias Pakhili en el mundo running) se habían escuchado muchas historias… Que si se levantaba en la madrugada para ir a correr, que si hacía no sé cuantos kms, todas ellas hacía la misma dirección… su obstinación, coraje y perseverancia.
Pero claro esto de la VigBay, 21 km y un poquito, era cosa seria así que a uno de nosotros, no recuerdo quién aunque probablemente el que más había apurado en hacer la digestión, se le ocurrió decir:
-       “Quedamos el próximo sábado (día 3 de Enero) en Castrelos a las 9:00 de la mañana!!”
Menudo órdago… pero nadie dudó, todos embriagados por el reto apoyamos la moción mientras brindábamos por nuestro ingreso en el nuevo mundo del corredor.
Llegó el día 3 y estábamos a 3 grados en Castrelos. De los que brindamos sólo aparecimos 4. Comandados por Pakhili, único con experiencia en el arte del correr, allí nos juntamos el Gran Coco, una especie de ultradeportista especialista en machadas imposibles ya sea con zapatillas o con bicicleta, el Sr. Valeiras, dominador absoluto del noble arte de correr pero con un balón, sin duda todo un reto para él hacerlo detrás de una liebre y yo que era la primera vez que se me daba por correr (bueno recuerdo que hace dos años en una visita al Nike Store vi unas zapatillas que me habían gustado y me las compre para correr. Las usé un día…)
Hicimos 5 Km… muy despacio los primeros y en el ultimo se me dio por acelerar. Las sensaciones fueron muy buenas y quedamos con ganas de más.



Tanto es así que a la siguiente convocatoria, que fue el siguiente Sábado, vimos incrementados no solo el numero de km (8 en total) sino también el numero de “runners”. El gran Javi, jugador de rugby veterano con voluntad de hierro (para los deportes), el histórico Sanmartín (tan habilidoso en el arte de vender como en el del comer) y el enorme Xerome (taladrador de túneles y amante confeso de los placeres de la vida)
Fueron 8 Km, logramos hacer 5 km en grupo y como en la jornada anterior repetimos buenas sensaciones. Fue la ultima vez…
El tercer entrenamiento ya fue distinto. Abandonamos Castrelos por la climatología y nos exiliamos en el Berbés. Fueron 10 km, mis primeros 10 Km y sólo éramos tres…
Y llegó mi primera carrera. Acompañado de Pakhili debutamos en la Correndo por Vigo. Toda una experiencia en la que quedé definitivamente enganchado a esto.
El fin de semana siguiente… los del pupitre por una causa u otra se habían diluido con lo que empecé mi entrenamiento en solitario.
Lo de las carreras ya se convirtió en un fijo del fin de semana, intentando compatibilizarlas con el futbol veterano defendiendo las trece varas verdiblancas de nuestro entrañable CD Nieto.
Cayeron la carrera del Carnaval, la interruning de Porriño y llegaba el reto, la VigBay.
Un tiempo después el grupo creció y se unieron el Sr. Rada sinónimo de determinación. El último del pupitre en incorporarse a este mundillo, pero que ya ha anunciado que luchará por ser el tercer maratoniano del grupo en Valencia.
También se incorporó Ander. No había referencias de él pero en la San Antoniño se destapó como un corredor con potencial por descubrir.
C.A.R. MARISQUEIRO
De lleno en la vorágine esta del running y en la preparación de la Vig Bay, me enteré por uno de los compañeros del Nieto que corría en un equipo, en el que también estaba el cuñado del maestro “Pakhili”, que ese equipo organizaba una especie de PreVigBay.
Allí me fui. La verdad es que quedé encantado con la organización y con la gente y 3 semanas después estaban defendiendo “la negra” (como se conoce a la camiseta del equipo) en la VigBay.



Era la primera vez que corría en equipo y la experiencia fue muy buena, sin duda algo distinto a lo que es un equipo en otros deportes. Corrí con Pei (mi puerta de entrada al Marisqueiro) y con Fran (empezamos juntos, grandes compañeros de entrenamiento aunque el ahora vuela y vuela) 
Tras el primer reto aquello no paro. De lleno ya en la dinámica, empezaron a caer carreras de todo tipo, desde las típicas de asfalto (Media de Vigo, Eurocidade, Memorial Barros, etc...) pasando por las de orientación (Coruxo Movese) y hasta este nuevo tipo de carreras de obstáculos (Gladiator Race).
INTERIORIZACIÓN DEL MARATÓN
Entre medias llegó el Maratón de A Coruña. Los compañeros se desplazaron en masa. De sus crónicas y de sus fotos surgió en mi una primera leve idea de hacer el Maratón de A Coruña.
La llegada en María Pita donde tantos veranos pase y mi familia vivió, era un plato bastante sugerente como para despreciarlo.
El problema la distancia, imponer imponía y solo llevábamos 3 meses corriendo. Pensaba… tal como acabé en Baiona si me dicen que tengo que volver a Vigo no doy un paso más.
La interiorización de que era algo que tenía que hacer había surgido en mi, pero por esas fechas Abril 2015 lo veía francamente lejos.
Tan lejos como que dos meses después, creo que en la Eurocidade, el gran Marcos (cuñado de pakhili, gran corredor y ahora nadador) apareció con una camiseta que decía “yo soy maratoniano”
El mensaje fue muy directo. Sin interrupciones a la zona del cerebro que escoge los retos. Tenía que correr un Maratón. Quería tener el honor de llevar una camiseta como aquella, pero para eso había que correrlo.
Para reforzar mi inquietud, de repente a todos los allí presentes les entró las ganas de ir al Maratón de Sevilla… a Bruno, a Pahkhili!!! Hasta a el gran Coco se animó y envidó. Yo por supuesto también dije… “pues habrá que ir”… Era raro, semejante explosión de espontaneidad y sin digestiones de por medio..
LA DECISIÓN
Llegó el verano, físicamente y psicológicamente cansado (había corrido todas las carreras posibles) decidí parar, descansar un mes.
A la vuelta del verano (fin Agosto) me había anotado en otro pequeño reto con el equipo, las 24 horas de Vigo. Llegaba con ganas después de haber parado.
Una grata experiencia con un ambiente espectacular, llegué a los 26 km, aunque no fueron seguidos nunca había corrido tanto. Y en ese momento… fue cuando entendí que el camino a Coruña no tenía vuelta atrás.
Sevilla quedaba lejos y no era compatible con actividades paralelas que tengo que desempeñar los Domingos, así que el único sitio que me lo permitía era mi segunda ciudad… Coruña.
EL PREPLANNING
Vuelta a la carga y con un septiembre cargado (Xornadas Marisqueiras, Samil) fijamos fin de Octubre como la fecha de comienzo de la preparación, ya que según el calendario de la FGA la Maratón Atlántica caía el 17 de Abril.
La Media de Pontevedra y la Gladiator Race de Pontevedra pusieron fin a una etapa y sirvieron de prólogo para la preparación del reto.
Es difícil para un neófito en el arte de correr, como el menda, el poder entender todos esos plannings de preparación que hay en las redes.
Unos ponen tiempos pero no km ni ritmos, otros ponen ritmos pero no kms, otros hablan de circuitos con nombres raros, un mundo…
Todavía faltaban 6 meses y la mayoría de los planes comienzan entre 12 y 14 semanas antes del maratón.
Así que decidí empezar tranquilo con un planning del gimnasio en el que estaba.
Un día de cambios de ritmo, otro de series y otro de rodaje un poco más largo.
Un mes más tarde llegó la San Martiño. Espectacular carrera que para más inri despertó la expectación de mis compañeros del pupitre que se desplazaron todos en masa. Las sensaciones no podían ser mejores, MMP en 10 km.
Llegó el martes siguiente y cuando el entrenamiento tocaba a su fin comenzó la otra parte de esta aventura. La parte más frustrante para un deportista, la parte de la impotencia, de las preguntas, de los cuestionamientos, que estoy haciendo mal?, que tenía que haber hecho? Por qué ha pasado?
Primera microrrotura en los isquios.
Para ser más exactos después de la VigBay haciendo series ya había experimentado el lado oscuro de mi musculatura posterior de la pierna.
Hasta ese momento sólo alguna lesión muscular fruto del fútbol, pero no imaginaba que correr en línea recta a ritmo más o menos constante podía desembocar en problemas musculares.
No quería parar, al fin y al cabo parecía una sobre carga más que una microrrotura, pero era empezar y volver a resentirme. Así que me perdí 15 días y dos carreras.
Decidí poner remedio y lo busqué en unas mallas de compresión. El comienzo no puedo ser mas esperanzador, no sé si por efecto placebo o por el propio efecto de las mallas.
Volvimos en la invasión celeste, por lo menos sin malas sensaciones musculares, faltaban 20 semanas.
Todavía lejos del TOP de las 14 semanas que todos o casi todos los planes programaban, me propuse poco a poco adaptarme, así que cogí la primera semana: que creo que eran dos rodajes de una hora, un día de series y un rodaje largo el fin de semana y empecé a tirar por ahí.
EL RECONOCIMIENTO
El trabajo que había hecho en IFIT con Joan, Marcos y Adrián había sido muy bueno. Había cambiado mi cuerpo con una buena planificación de trabajo funcional incidiendo en la fuerza y el cardio.
Un año y medio después había sido capaz de correr tres medias maratones, dos gladiator race, y una carrera de larga distancia y  media docena de diezmiles, pero sobre todo había mejorado completamente mi forma física, dejando en el recuerdo aquellos momentos con los que comencé este relato, agarrado a un palo de una portería de futbol.
Ya había escuchado que dos compañeros del CARMA trabajaban con un entrenador, el mítico y olímpico atleta vigués Carlos Adán. Pero claro yo pensaba…
“¿A dónde voy yo? Estos son elite y yo… pues eso.”
Pero me encontré con un compañero de trabajo y hablando del Maratón surgió el tema de la preparación. Cuando me dijo que el también trabajaba con Carlos y me animó a que lo llamase, ahí ya tenía claro cual debería ser el siguiente paso.
El primero ya lo había dado en la primera de la series de lesiones. Buscando la recuperación más rápida descubrí la “Punción Seca” en la Clinica BIO de la mano de un compañero del mundo del fútbol, el “gran Israel” mago de las agujas y terror de los puntos gatillo.
EL MISTER
El 22 de Diciembre llamo al Pancho (Presi de las nécoras) para que hable con Carlos. Dos días más tarde me reúno con Carlos y me pongo en sus manos. Que mejor manera de preparar un Maratón que de la mano de un profesional y olímpico.
Tenía piernas, tenía ganas  y empezamos a tope. Las siguientes 16 semanas fueron duras.
Entrenamientos, viento, frio, lluvia, horas intempestivas, lesiones, etc… toda una experiencia.
Casi es tan duro preparar un maratón como correrlo.
3 meses antes del Día D, Carlos y yo habíamos señalado la media de Viana como la prueba para marcar el ritmo y estrategia de la Maratón. Hice MMP (1:34) aunque los dos nos quedamos con la sensación de poder haber hecho mas.
Al día siguiente salgo a descargar y unos calambres empiezan en el sóleo y acaban con 15 días más de reposo. Era la segunda lesión.
Desde ese momento añadimos una prenda más “las medias compresivas” y empezamos a correr con dolor en los dos tendones.
Nos recuperamos, pasé con buenas sensaciones la tirada larga de 32 km pero esa misma semana haciendo series llegaría la tercera. Los isquios otra vez se resienten y en total 13 días en el dique seco.
Es difícil asumirlo. Es difícil asumir el esfuerzo, la perseverancia, la ilusión, la renuncia y ver que no puedes correr contra tu voluntad.
De acuerdo con Carlos decidimos acabar con las series. El ritmo parecía claro. Carlos me decía que por cardio podía ir a 4:45 pero que muscularmente era una incógnita y que no quería arriesgar por lo que el ritmo debería ser 5:00 min/km.
Entendía su razonamiento pero me resignaba a no bajar de 5 min. Los siguientes entrenamientos mi cuerpo se adaptaba a un ritmo de 4:45/4:50 de manera que cada vez me costaba más bajar a ritmos que otrora frecuentaba con relativa facilidad como el 4:30.
Piernas pesadas, visitas al fisio semanales a medida que se acercaba la fecha lo único que me importaba era llegar sin lesiones.
Las últimas dos semanas fueron más psicológicas que físicas. En los entrenamientos funcionaba más la cabeza que las piernas. Cuando paré el reloj en los 8 km del último entrenamiento respiré de alivio. Había llegado a la línea de salida, algo que para mí tenía mucha importancia y uno de los objetivos más complicados de conseguir para un maratoniano.
Llegaba el día… atrás quedaron 94 entrenamientos repartidos en: 70 entrenamientos de carrera y 24 de gimnasio, 928 Km de entrenamiento, 3 lesiones musculares y muchas horas de dedicación.
La transformación era evidente, en un año había pasado de correr no más 20 km semanales, quedar tieso y necesitar una semana para recuperar, a correrlos 80 Km que hice alguna semana, recuperando bastante bien a nivel muscular. Pasar de 65 km en Febrero 2015 a los 227 Km de Febrero 2016  fue toda una experiencia.
LA ESTRATEGIA
La estrategia ya estaba preparada. El corazón me pedía 4:45. La cabeza, bien aconsejada por el mister me decía que salir a ese ritmo no garantizaba el principal objetivo que era llegar. Según el mister podía ir a 4:45, había entrenado para ello. Sin embargo los problemas musculares alimentaban las dudas sobre como reaccionaría mis músculos y la prudencia te susurraba un ritmo de 5:00 min, es decir 3 horas 30 minutos.
En mi cabeza se retenía aquel ritmo medio de 4:50  en 32 Km con bastantes buenas sensaciones, así que despejar las dudas llevó su momento.
Finalmente buscamos una opción intermedia entre el 4:45 y los 5:00 de ritmo, intentar rodar por debajo de 5:00 min/km para poder bajar de 3h 30 minutos.
Acordado el ritmo, la garantía llegó cuando Carlos me dijo que iba a llevar de liebre al gran “Pancho”. Experimentado maratoniano que había conseguido bajar de 3 horas un año antes en el mismo escenario y que hacía apenas 1 mes que había disputado un maratón en Italia.
Las estrategias generales de la carrera ya estaban listas, sólo faltaban los detalles.
Siguiendo algunos consejos y tal como había entrenado tenía claro los geles y los avituallamientos.
Para los geles opté por reponer en el momento en que su efecto cayese. Cambié el de cafeína que inicialmente tomaba antes de la carrera por tomar uno de cafeína en el Km 5. Ese me tendría que llegar hasta el Km 15 donde tomaría el segundo (sales). El tercero en el 25 Km también de sales y el último en el Km 35 (otro de cafeína para llegar a meta)
Beber siempre ha sido un problema, (en carrera) el agua fría y beber de botella para mi no era compatible. Así que me cojí una especie de danacoles con tapa, los vacíe y los llené de aquuarios. Pequeños botecitos de 6,5 cl que llevaría en mi riñonera (por cierto un gran descubrimiento) En total llevé 6 botes para tomar cada 5 km, empezando en el kilómetro 5, 10, 15, 20, 25 y 30. Mi idea a partir de ahí era beber lo que pudiese en los avituallamientos.
En principio todo lo que podía estar controlado, lo estaba y además entrenado, por lo que “sólo” quedaba mi respuesta… casi nada.
EL DÍA ANTES
El viernes me despedí de mis compañeros de trabajo que me dedicaron todo tipo de malos augurios, cariñosos claro está y probablemente merecidos.
Todo estaba preparado, pero no. Faltaba algo. Durante toda la semana daban mal tiempo para la maratón y con los antecedentes de la semana pasada en la VigBay me faltaba la última vuelta de tuerca, unos manguitos para el frio. Así que entre lo que quedaba del Viernes y el Sábado ese se convirtió en el objetivo. La verdad es que no fue mala compra. Liberan del frio y son cómodos.
Después de vueltas y vueltas por fin encontré unos que me acompañasen para tan largo viaje. Ya todo estaba ok.
El sábado intenté reproducir el desayuno del Domingo, Salí a estirar las piernas y preparé la maleta. Una doble maleta porque después de la Maratón tenía que hacer 220 km para llegar a las 15:45 a un pueblo al lado de Verín donde jugaba el equipo que entreno, el Gondomar CF.
Llegó el momento de irme. Mi mujer vino a despedirme y  me regaló un beso, faltaban las peques. Era raro.
De repente vienen corriendo. La mayor me da un abrazo enorme y me da una pulserita:
-       “ Toma papá, para que te acuerdes de mi”
Era una pulsera verde que ponía “Cuida de ti”. Semejante regalo solo merecía que me la pusiera en aquel instante y no me la sacase hasta terminar la carrera.



Llegó también la pequeña…
-       “Este es el mío, guárdalo”
Un peluche de Pepa Pig era un gran recuerdo aunque mas difícil de llevar en carrera ;)
Tres compañeros y yo nos fuimos a dormir a Coruña (Fran, Juan y Miguel en principio ellos decían que íbamos a ir al mismo ritmo, pero yo sabía que no, como así fue)
Quedaron para salir los 3 del mismo sitio y nos encontramos en el área de servicio de  San Simón. Fran se vino conmigo para hacer más llevadero el trayecto. Gran compañía la de Fran que curiosamente empezamos en el equipo en la misma época (aunque el ha logrado avanzar más rápido) y con el que compartí entrenamientos a horas intempestivas y con días ciertamente, climatológicamente hablando, muy desagradables. ¿Quién no se acuerda de los entrenamientos en Navidades bajo aguaceros y temporales de viento?
Decidimos ir directamente a por los dorsales. Allí coincidimos con el campeonísimo Abel Antón.
Nos quedamos a una pequeña conferencia que me fastidió el tio del aire acondicionado. Menos mal que llevaba la cazadora, porque al tio se le fue la mano y casi nos congela o por lo menos esa fue mi sensación.
Con lo mal que  me sienta el aire acondicionado, lo único que me faltó fue ponerme la capucha, porque me metí tan dentro de la cazadora que prácticamente no se me veía.
Terminada la clase magistral me despedí de mis compañeros y me fui a la casa que me había prestado un familiar donde iba a pasar la noche.
El día no podía ser peor, lluvia y lluvia, viento y viento, el clima ideal para un pre maratón.
Y además había que cenar. Aconsejado por tanta gente no sabía si tomar proteínas, cenar suave, hidratos o que… Buen lío tenía y además no tenía paraguas.
Salí andando y me fui hacia la zona de restaurantes en busca de pescado, llovía y llovía. Entré en uno, una especie de taperia restaurante. Mire  la carta y todo delicioso, pero pulpo, arroz de vieras, calamares, revueltos, croquetas…aquello no pintaba bien. Así que a lo práctico. Consulta a quién más sabía, el mister (que para eso había sido olímpico).
Su recomendación, pasta y allí no había. Así que me levanté de la mesa, me disculpé y me fui en busca de un italiano. Después de 3 pasos me acordé de un histórico herculino y para más inri en la misma plaza que al día siguiente intentaría conquistar… el Cambalache de la plaza María Pita.
Unos simples spaghettis con tomate, una estrella un chupito para el frio, unas fotos bajo la lluvia que me sacó el segurata con cara de cabreo en la línea de meta y para casa algo más que empapado.
EL DÍA D o la también llamada CRÓNICA DEL MARATÓN
6:00 am suena el despertador.
Comienza la rutina ya ensayada, nada de la mano de la improvisación. Ducha y desayuno, desayuno que había importado íntegramente de Vigo.
Zumo de naranja con nevadito (no podía faltar), ajo negro, café con leche de soja, tostadas con mantequilla y mermelada y listo.
Después de desayunar tocaba preparase para la carrera.
Un año antes, la  primera vez que salí a correr recuerdo exactamente lo que llevé:
-        Un pantalón de fútbol
-        La primera camiseta que encontré,
-       Una sudadera del Gondomar CF
-       Y unas zapatilla Nike que compré en un outlet, que las había utilizado sólo una vez y que no tenía ni idea si eran para pronadores, supinadores, mixtas, rápidas, lentas o lo que fuera. Eran blancas, eso sí.
Cualquier parecido de este primer día con el día D en cuestión era mera casualidad.
-       La camiseta era de asas y del equipo, por supuesto.
-       El pantalón de fútbol fue sustituido por unas mallas de compresión.
-       La sudadera del Gondomar por una del CARMA (equipo)
-       Además los calcetines blancos de deporte de toda la vida de 3€ 6 pares, habían sido sustituidos por unos técnicos negros de 10€ el par.
-       Debido al entrenamiento y a los problemas del sóleo y Aquiles que tuve durante la preparación, no podían faltar las medias de compresión.
-       Como había que llevar avituallamiento la solución fue llevar un cinturón…
-       Por supuesto la ultima “boca” en incorporarse a la familia, los manguitos…
Nada que ver como se puede comprobar.
Lo de las zapatillas era un tema a parte. Mi problema con las zapatillas deportivas y las uñas es ya un clásico. Hasta ese día usaba un compeed para una uña de cada pie, la que se veía afectada. El día del Maratón decidí vendar todos los dedos  aplicando la lógica de la distancia. Este “error” me sirvió para mantenerme distraído unos cuantos Kms.
Llené las botellitas con Aquarius hice una pequeña mochila con una sudadera y una camiseta y me fui para la salida.
Apenas 500 metros de caminata… el día había cambiado radicalmente. No había frio (si fresco), ni lluvia, ni viento… aquello parecía una ciudad del levante.
Al llegar lo primero que me encuentro es a mis compañeros del CARMA que habían llegado andando desde el Hotel.
4 pasos más y de frente contra mis compañeros del equipo GLADIATOR de “Galicia en Goles” Xoan Galán director del programa y que participaba en el 10 km y el gran Miguel Lameiro, capitán del equipo y encargado de narrar y cantar los goles de los equipos de 2ªB de Ferrolterra.
Aquello asemejaba a correr como en casa. Sobre todo cuando llega el CARMA coche que había salido a horas intempestivas desde Vigo. Allí llegaron el Mister Carlos, La Liebre y presidente Pancho (fenómeno mediático allá donde va), el gran Lamas al que al final pudimos convencer y que se nos iba a unir a nuestra grupeta y Bruno que también iba con la misión de ayudar a Juan, Fran y Miguel. Como se puede ver todo organizado.
Toda cita importante conlleva la visita de esos bichos estomacales (mariposillas queda un poco así…), así que les llamaremos lagartos que empezaban a moverse por el estómago. Había ilusión pero también había respeto por la enjundia del reto al que me iba a enfrentar.
El foco atencional intenté mantenerlo amplio y externo, no quería centrarme en mis sensaciones, simplemente disfrutar de una ciudad que conocía muy bien y de una inmejorable compañía.
Sin embargo la cabeza de acuerdo con los pies estaban empeñados en impedirlo. Ya situados en la línea de salida lo de las protecciones no lo veía claro. Así que casi sobre el bocinazo de salida me desaté las zapatillas y me quité los apósitos ante las voces de mis compañeros que amenazaban con atropellarme.
Por fin liberados los dedos y después de los abrazos correspondientes tomamos la salida en los Cantones.
Aquí entra en juego por primera vez la pulsera verde de mi hija mayor. Cuando salimos la besé por primera vez a modo de ofrecimiento familiar de semejante esfuerzo a realizar. Sin duda fue uno de mis grandes apoyos en carrera.
- Km 1 (4:46): Salida por los Cantones, dirección Juana de Vega y el Orzán. Las sensaciones iniciales eran como de casi no correr. El objetivo estaba claro, ir por debajo de 5:00 para bajar de las 3 horas y 30 minutos.
- Km 2 (4:52): Nuestro grupo lo tiene claro. Nos empieza a pasar la gente pero  “Il capo” Pancho domina los tiempos. Nos quedamos Pancho, Lamas y yo, prácticamente los que nos mantuvimos unidos toda la carrera. Mi atención basculaba frenéticamente del interior al exterior. Seguía con los dichosos dedos, preguntándome si mi ultima decisión no influiría en el final de la carrera. Por otro lado disfrutaba del Orzán, probablemente la playa que más he frecuentado y eso que en Coruña es difícil esto de ir a la playa.
- Km 3 (4:43) Mi objetivo era saber dónde había que dar la vuelta. Este Km y el anterior picaban hacía arriba, pero a estas alturas el ritmo no se notaba. Seguía con la sensación de correr cómodo aun cuando mi mente visitaba de vez en cuando a los dedos de mis pies.
Sobre este Km más o menos empezó el “show” Pancho, dicho de la manera más respetuosa e incluso acompañado de admiración. Al pasar por el primer avituallamiento me doy cuenta que uno de los voluntarios lo saluda y lo llama por el nombre. Sería el primero de muchos.
- Km 4 (4:45) Ya habíamos girado y comenzamos a bajar. Los 3 grupos de música apostados a lo largo del paseo empiezan a desperezarse. Los primeros corredores nos empiezan a pasar y se quedan sorprendidos por el ritmo de Pancho.
-       ¿Qué te pasa le preguntaban? Mientras le saludaban y sonreían parecía que con la satisfacción de dejar atrás al mítico presidente del CARMA.
Yo maginaba su respuesta mientras escuchaba aunque el nunca lo dijo…
-       “Pues estoy haciendo de liebre del tio este de atrás que va dándole vueltas a sus dedos…” Esa debería ser su respuesta.
- Km 5 (4:47) Llegó el primer punto del plan. Objetivo hidratarse con un botellín de aquarius y tomar el primer gel, este con un poco de cafeína. El ritmo se mantenía.
Pero antes, una de las anécdotas de la carrera. Un compañero de Ourense reconoce a Pancho y nos suelta…
-       “No puede ser, adelantando a Pancho en un Maratón. Esto merece un selfi”
Lo que no esperábamos los allí presentes, es que sacase un móvil de su cinturón y nos hiciera un selfi.



- Km 6 (4:53) Llegamos a Riazor más pendientes de la clase de Zumba allí programada que del avituallamiento. Eran momentos de una focalización totalmente externa. La presencia de Lamas sin duda ayudaba a eso.
- Km 7 (4:43) Manteníamos el ritmo, la verdad es que cómodo. Pasamos por primera vez por el reloj que marcaba el punto de la media maratón era la zona con más gente y donde más sentimos su animo.
Fue el segundo momento donde besé la pulsera de mi hija. Cada vez que la besaba llegaban los pensamientos positivos. Las sensaciones son difícilmente describibles. Era como un escalofrío que me recorría todo el cuerpo, era mi “gel psicológico”
A todo esto  Pancho seguía recogiendo la admiración del público y de los corredores. Animo y palabras de agradecimiento que siempre devolvía con un gracias o con un aplauso. Yo, mientras asistía a este orgasmo empático  entre el público y un corredor “vigués” que corría a mas de 150 km de su ciudad.
Mientras tanto comenzábamos el camino de la otra parte de la península, tal vez la mas fea para el corredor y la más difícil.
- Km 8 (4:48) Pancho controlaba todo y como pasa en el ciclismo, los experimentados corredores sabían la “rueda” que había que coger. Así que se formó una pequeña grupeta en la que se fue adhiriendo gente. Gente que no conoces, pero que con el paso de los Kms acabas compartiendo charla y sufrimiento. Un amigo portugués de Pancho, un amable veterano coruñés y dos corredores más con los que hicimos la mayor parte del Maratón.
- Km 9 (4:51) El tema de los dedos se cerraba poco a poco y se abría otro, comenzaban las molestias que durante los últimos dos meses de entrenamiento me habían acompañado, el tendón de Aquiles.
- Km 10 (4:47) Entramos en la parte del puerto, toca la segunda botellita de Aquarius. De fuerza vamos bien. Se paran a “descargar” el gran Lamas y el gran Lameiro y me surge la duda si acompañarlos. Decido no hacerlo para no desgastarme. Esta parte del recorrido para mi es desconocida. Me sorprende una especie de ducha para refrescarse, curiosa pero no la use…
- Km 11 (4:55) En este momento aún recuerdo cuando Pancho me preguntó como iba. Le comenté lo de mi talón… quedaban 34 Km, a saber lo que pensó…
En ese momento los refuerzos positivos eran muy importantes y prácticamente me había propuesto besar la pulsera cada km y así lo estaba haciendo.
- Km 12 (4:58) Salimos del puerto y volvemos a “territorio comanche” volviendo por la Avenida del Ejercito. Logro controlar el dolor en el tendón.
- Km 13 (4:52) Ya en el centro de la ciudad, son Km de disfrutar, de gente animando y de Pancho animando a la gente a cada km que pasaba, cada gesto, cada palabra de animo de la gente me demostraba que este corredor estaba en otra dimensión, corría en otra categoría en la que no ganaba el tiempo, ganaba el carisma y ahí estaba él haciéndome de liebre, desde luego todo un lujo.
- Km 14 (4:42) Primer tercio de carrera y primer paso por la línea de salida. En este caso teníamos un objetivo claro que no era otro que el locutor dijera “CAR Marisqueiro” cuando nos viese pasar bajo la pancarta. Lo conseguimos.
- Km 15 (4:42) Comenzábamos la segunda vuelta y las sensaciones de la primera fueron bastante buenas. Era el mejor momento. Ni dedos, ni tendones ni isquios. El cuerpo fluía, iba bien y cómodo. Además habíamos conseguido el objetivo de bajar de 5:00 en todos los kilómetros.
Con todos estos pros llegó el segundo gel, esta vez uno de sales minerales y el tercer botellín de aquarius.
- Km 16 (4:44) Marcábamos ritmo como un reloj. El grupo se mantenía unido. No sabía que nexo de unión había entre todos, seguramente un ritmo cómodo y la compañía, correr 42 km solos debe de ser muy duro.
- Km 17 (4:57) El circuito no sólo te permitía vivir tu carrera, sino también vivir la de los demás. Primero nos cruzamos con un Miguel Angel espectacular a ritmo de sub3 y que se había despegado del grupo con el que había salido. Los consejos de Pancho en la lejanía parecían no encontrar receptor, porque Miguel iba e iba a más y detrás de él, llegaba el grupo de Bruno, Juan y Fran que marchaban sin problemas.
También nos cruzamos con otras nécoras como Begoña (única representación femenina del CARMA en carrera) o como Montxo.
Reconocimiento a parte merece la doble carrera del “mister”. Iba más atrás como liebre de un atleta suyo pero no hubo vez que nos cruzaremos que no me preguntase como iba o que no me obsequiase con una palabra de ánimo. Sin duda el trabajo de Carlos, antes y durante la carrera fue de 10.
- Km 18 (4:52) Empezamos a bajar y las sensaciones seguían siendo buenas, pese a ello no dejé de trabajar mi cabeza y aprovechaba para alimentarla de pensamientos positivos, con mi familia siempre en mi cabeza. Era energía positiva que estaba seguro que más tarde necesitaría.
- Km 19 (4:42) Camino de Riazor los grupos de animación comienzan su actuación, alguno cumple su cometido, otros en vez de tocar animaban y luego había uno de esos cantautores que… mejor encajaría en una sesión de melancolía que en una carrera de superación.
- Km 20 (4:52) Llegamos al templo del fútbol coruñes convertido en templo de la zumba, invadido por cientos de aficionados a tan noble propuesta deportiva. Como cada 5 km tocó botecillo de aquarius y tirar para llegar a la media.
- Km 21 (4:46) Pasaban de las 10:15 de la mañana cuando volvemos a pasar por Juana de Vega dirección la avenida del Ejercito. En ese punto estaba marcado la media maratón. El grupo lo formábamos 8 corredores, ya que el compañero portugués amigo de Pancho se había descolgado.
De los 8 que estábamos, 3 éramos los CARMAS, un señor oriundo de Coruña (con el que criticamos el estado del asfalto) y que no era ningún chaval (miraba para él y pensaba… “ole tus cojones”) También nos acompañaban dos rockeros, uno a la vieja usanza al mas estilo Rosendo (creo que era de Ourense) y otro con gorra y gafas de sol con el que compartí desafección hacía el cantautor de riazor que buscaba con ahínco que “nos cortásemos las venas”
Completaban el grupo dos chicos más que ni se inmutaron, cogieron ritmo y allá iban.
1:43:32 fue el tiempo de paso por la media. Cuando pasamos por ese punto, la sensación de que estábamos haciendo las cosas bien y en tiempo, fue plena. Habíamos alcanzado la mitad del objetivo con 1’30 de colchón.
- Km 22 (4:36) Mientras yo km a km me tomaba mi gel “psicológico” Pancho seguía a lo de él. Al más puro Al Pacino, comandaba el grupo, marcaba el ritmo, animaba al publico, recibía elogios, saludaba a los compañeros, en fin… todo en uno.



- Km 23 (4:46) Las sensaciones seguían siendo buenas, sabía que entrabamos en la zona menos agradecida del recorrido y había que preparase.
- Km 24 (4:37) Seguíamos acumulando Kms y en mi cabeza se asentaba la idea que todavía estábamos en territorio comanche y que los 24 km ya los había hecho otras veces sin problemas.
- Km 25 (4:59) Dos motivos fundamentan el pequeño descenso del ritmo. Primero el avituallamiento, toco gel de sales y botellín. Y en segundo lugar que Pancho paró a quitarse una piedrecilla de las zapatillas. Saber si llegaría a meta sin parar a descargar fue en esos momentos mi gran duda. Según mi lógica lo que bebía salía por el sudor, pero no tenía todas conmigo así que decidí no parar y encomendarme a mi organismo para aguantar hasta meta. Pancho paró y entre Lamas y yo tiramos del grupo.
- Km 26 (4:39) A lo lejos asomaba el mister que incluso se permitió el lujo de preguntarme como estaba. Yo levanté el pulgar hacía arriba en señal de que “ir, íbamos, como podíamos”
- Km 27 (4:49) Nos manteniamos los 8, era como si todos corriéramos a lo mismo. Entramos en los cantones y mis sensaciones son mejores de las que podía imaginar.



- Km 28 (4:42) El paso por línea de meta indica que sólo nos queda una vuelta más. El comentarista ya nos nombra sin nosotros buscarlo, esta vez importa menos que la anterior. Lamas dice algo como que… “ahora a descontar” … o lo soñé?
- Km 29 (4:36) Hacemos la transición hacía la zona del Orzan, mi cuerpo empieza a notar el cansancio. Otra vez la pulsera, otra vez la familia, otra vez las niñas, otra vez el escalofrió que recorre mi espalda, otra vez intento mover las piernas un poco mas rápido, otra vez aprieto los dientes, otra vez pienso que hay que sufrir hasta el final.
- Km 30 (4:59) Llega otra vez el avituallamiento. Según el planning dejaré el aquarius y beberé la bebida azul esa que daban en los puntos de hidratación. Estamos subiendo en la que era la ultima parte dura, a nivel recorrido, antes de dar la vuelta al Acuario. Mi cabeza pide bajar, buscando un punto de mejoría y de descanso. Mientras tanto el cantautor seguía martilleando nuestra moral con canciones demasiado mundanas y terrenales, cuando uno lo que realmente buscaba es la adrenalina de la heroicidad, la garra de quien no se rinde y de quien sueña. Pero claro esas sensaciones salen con melodías más del estilo “Thunderstruck”.
El comentario de mi compañero rockero de gafas de sol y el mio sonaron al mismo tiempo con un “vete a tomar por culo” dirigido al señor que se postraba delante del micro.
- Km 31 (5:03) Finalizada la subida y comenzaba la bajada. A duras penas me mantengo en el grupo. Comienzo a bajar y me empiezo a arrepentir de no haber comido nada. Me entra el mono del plátano, de la naranja, del níspero, de todo… Beso otra vez la pulsera, busco ese rincón de mi cabeza de donde salga la fuerza. Me empiezo a dar cuenta de que algo no va bien.
- Km 32 (4:48) Las piernas ya no pueden seguir el ritmo del grupo, era como si no dieran más, todavía no había dolores musculares limitantes, pero la sensación era como si no las pudiese mover más rápido. El grupo se da cuenta, Pancho se da cuenta, inmediatamente se pone  mi lado y me grita
-       “Tu aquí a mi lado, vamos”
Mi primer pensamiento fue de empatía con los jugadores que entreno y con los que he entrenado. De repente los entendí a todos, o casi todos… Cuantas veces había hecho yo de “pancho” pidiendo algo que parece tan sencillo pero que no lo es.
Al mismo tiempo comprendí la esencia de la situación y de que así tenía que ser.
- Km 33 (4:45) En el argot ciclista iba haciendo la goma, no me distanciaba pero cerraba el grupo. Sin embargo los ritmos los íbamos manteniendo por lo que llegue a pensar que había una parte del grupo que quería más.
En ese momento sólo tenía un objetivo y así se lo dije a Pancho.
-       “Quiero fruta, necesito fruta”
Pocas veces tuve tantas ganas de comerme un plátano o una naranja. El objetivo era llegar a Riazor donde estaba el avituallamiento.
- Km 34 (4:49) De repente Pancho me pregunta.
-       “ ¿Qué quieres?”
-       yo farfullé… “plátano”
Como si estuviésemos en el Km 10 de carrera cambió de ritmo, esprintó y acabó con todo el plátano que estaba en la mesa.
Se gira y me lo da como si fueran gominolas o cachuetes, todo para dentro.
Mi gozo en un pozo, desde ese momento sabía que el plátano no tenía super poderes. porque aquello siguió de manera muy similar.
- Km 35 (5:04) En aquel momento el grupo se empieza a romper, los dos rapados quieren más, el señor mayor ya se había quedado, el Rosendo del maratón también.
A los ánimos de Pancho se les unen los del compañero rockero de la gorra y las gafas de sol que con un “ vamos adelante” me sorprende. Dicen que la música une y aquel momento de “cortarse las venas” fue suficiente para tal ejercicio de empatía.
Tomo mi ultimo gel de cafeína y mi ultimo botellín… “Alea iacta est”
- Km 36 (4:50) Estaba claro que nos quedaba lo peor. Nos quedaba la zona más fea, de asfalto más quebrado, de soledad, de sufrimiento. De repente los cuádriceps empezaron a sufrir el efecto bizcocho. Me sentí como un bizcocho en un horno. Calor, mucho calor e hinchazón. Aquello iba mal y comenzó el espectáculo Pancho. La escena era curiosa, sólo quedábamos los 3 CARMAS, unos por delante y otros por detrás nos habían dejado en la soledad.
Lamas, 3 metros por delante de Pancho y de mi. No se sabía muy bien cual era la estrategia, si el ritmo no le llegaba, si quería tirar, si buscaba oxigeno para respirar, si no quería escucha a Pancho… Y es que Pancho corrió dos km de lado. Animando y tirando, todo un ejercicio de psicología. Tenia mi psicología externa y mi psicología interna en forma de pulsera verde.
- Km 37 (5:04) “Quedan sólo 5 Km para la meta, para la gloria” me decía no sin razón Pancho.
Y por delante Lamas.
Lamas es un competidor por excelencia. Sabe sufrir, sabe competir y sacar lo mejor de si mismo en cada carrera.
He entrenado muchas veces con él. Parece que va muerto, que si el ventolín, que si el viento sobre su despejada cabeza… pero al final siempre está ahí. Lo pude comprobar en la media de Viana, en la de Pontevedra o sin ir mas lejos en el Maratón. Fue sin prepararlo, habiendo hecho la VigBay la semana anterior y ahí estaba él, tirando del grupo siempre metro y medio por delante de Pancho y de mi.
Sin duda Lamas es parte muy importante para mi en el CARMA, como lo fue y lo es mi compañero Mikel con el que tantas carreras hemos corrido juntos y como lo fue Pancho por su gran trabajo en Coruña.
- Km 38 (4:59) De repente un grupo animoso de gente se nos acerca. Un corredor con una pegatina que pone “LIEBRE 3:30”nos adelanta y nos anima a que les siguiéramos.
Mi cabeza no lo entendía. Como iba a ser ese el ritmo de 3:30? Es cierto que no íbamos en el mejor momento pero habíamos bajado de 5:00 min en 36 de los 38 Km que llevábamos.
 Mi cabeza se resignaba a pensar que se nos estuviese escapando el objetivo de bajar de 3:30.
La idea de que algo fallaba en aquella liebre también era compartida por Pancho que seguía acudiendo sin parar a todos los mensajes y palabras positivas que puedes leer en un libro de psicología.
- Km 39 (4:57) Logramos mantener milagrosamente el ritmo por debajo de 5:00 camino del avituallamiento. Pancho se vuelve a adelantar y nos espera para darnos fruta y bebida.
Las piernas no van o no parecen ir. El pensamiento de que solo quedan los 3 últimos kilómetros intenta ayudar aunque no es fácil. En mi cabeza sólo un objetivo que era bajar de 3:30.
Lo que recuerdo de ese momento es que a Pancho le decía constantemente “Llévame por debajo de 3:30” como consiguiese seguirlo ya era harina de otro costal.
En esos momentos se pasearon por mi cabeza todos los entrenamientos y el esfuerzo realizado, era el momento de sufrir y por si me olvidaba tenía a Pancho que cada 2 sg soltaba una frase motivadora…
- Km 40 (5:18) El ritmo caía también influenciado por el avituallamiento. Carlos Adan se cruza y me grita “Vamos que ya está”
Había que sufrir, sólo dos Kms y luego los 195 metros de gloria.
Realmente lo que quería salir era de esa zona y encarar la avenida del Ejercito, prólogo de la entrada en los Cantones.
- Km 41 (5:01) Salimos de Oza, las piernas no se sentían pero la meta estaba ahí. Recuperamos ritmo, con la misma idea,  bajar de 3:30. Era lo único que le decía a Pancho.
El objetivo era terminar, pero eso valía para el aprobado. Si quería nota necesitaba cumplir el objetivo de tiempo propuesto.
Mi cabeza seguía pensando que la liebre no iba en tiempo. Nuestros parciales así lo indicaban. Miraba mi reloj y las cuentas me salían faltaban dos kms y si manteníamos el ritmo teníamos que terminar por debajo de los 3:30.
- Km 42 (4:43) En el ultimo km ya no corrían los cuádriceps, recobramos los ritmos de toda la carrera y justo antes de entrar en los cantones nos encontramos a la liebre casi parada… me dieron ganas de decirle algo. ¿A cuantos corredores habrá dejado por el camino lejos de su objetivo por haberlos llevado fuera de ritmo? Sin duda no fue un buen trabajo por su parte.
La gente aunque no se agolpaba, si que se notaba su presencia… de repente una mujer nos grita… “Vamos Marisqueiros de Vigo”
¿En Coruña? Pensé yo.
Lo que estaba claro es que el atletismo es distinto. En los aficionados, en el compañerismo, en las sensaciones… jamás, y llevo toda la vida en el deporte, he notado las sensaciones que estaba teniendo.
Llevar el cuerpo al limite, sentir que no puedes más, doblegar a los pensamientos negativos, el refuerzo positivo, la superación, el entrenamiento, la perseverancia, el dolor, las lesiones, los desengaños (el fracaso en deporte creo que es una palabra que no tiene cabida).
Pero faltaba todavía… de repente empiezo a respirar con dificultad, mi cabeza inmediatamente me llevó a un problema, pero rápidamente distinguió.
Era la emoción, esa emoción que no me dejaba respirar, sabía que llegaría, sabía que bajaría de 3:30, disfrutaba del momento, de todas las veces que había jugado por allí, de las veces que había transitado por aquellas calles con mi familia, con mis amigos y aun quedaba la entrada en María Pita, plaza donde nació mi padre y donde mi Abuela vivió tantos años.
Con el Rio Tinto, el Rialto, el Cambalache, la calle de la Franja, el Ayuntamiento, tantos y tantos recuerdos que me dificultaban la respiración.
Y sobre todo mi recuerdo para mi mujer y mis hijas, para todas las horas dedicadas, los sacrificios… todo recobraba sentido, todo valía.
- 195 metros. No se cuanto tarde en recorrerlos. Entrabamos en la Marina miré a mis compañeros les agradecí su esfuerzo, estaban allí por mi y eso es un lujo nunca del todo agradecido.



Enfilábamos los tres la entrada en Maria Pita, Pancho en su línea, agradeciendo y aplaudiendo a todo el mundo. Lamas y yo… si la cara es el reflejo del alma pues sobran las palabras.



Los últimos metros de María Pita fueron para disfrutarlos, no era necesario llegar rápido (el objetivo estaba cumplido) fue tiempo para abrazarnos, para chocarnos las manos, para agradecer a mis compañeros todo su apoyo y por supuesto fue tiempo para besar por ultima vez la pulsera verde que mi hija Antía me había dado.




Al contrario de lo que me imaginaba no hubo lagrimas al acabar, hubo alegría y celebración al más puro gol en el último minuto (deformación profesional).

Pero no se equivocó quién auguraba estas lagrimas, estas estuvieron presentes, pero aparecieron 195 metros antes y fueron interiores… Lloró el alma…



Senso nullun dolorem, nullum gloriae.

JABU

2 comentarios:

  1. Me la he vuelto a leer!!! Grande Julito!!!

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  2. Buenas. Soy uno de los "rapados" (en concreto el de la camiseta naranja) que compartió bastantes kilómetros con vuestro grupo y quería aprovechar para comentar varias cosas. En primer lugar felicitarte por haber logrado el objetivode terminar tu primera maratón y además con el tiempo previsto. En segundo lugar felicitarte por haber escrito una crónica tan detallada y bien redactada, me has hecho revivir momentos de mi propia carrera que ni yo mismo recordaba ya. Y por último quisiera comentar que fue un placer compartir esos quilómetros con vosotros; aunque mi unión a vuestro grupo fue algo improvisado (creo recordar que entré un poco antes de la media maratón), me sirvió de gran ayuda para lograr MMP en mi cuarta maratón. Espero que volvamos a coincidir. Un saludo.

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