jueves, 29 de septiembre de 2016

Maratón de Berlín – 25 de septiembre de 2016 - Cuestión de huevos

Por Papabaloo

El maratón es cuestión de entrenamiento, de fuerza, de constancia, de voluntad...pero hay quien se empeña también en añadirle un ingrediente extra, los huevos.

“¡Ánimo David, échale huevos!”
“¡Con dos huevos, David!”
“¡Qué huevos tienes, un maratón!

Frases como estas son casi una constante cuando te vas a enfrentar a la mítica distancia de 42,195. Así que con la constancia en el entrenamiento, ganas, una buena dosis de confianza, férrea voluntad y, por qué no, con un par de huevos, puse rumbo a Berlín, a intentar rematar el que sería mi decimosegundo maratón, mi primer internacional, mi primer “major”.

En el vuelo desde Oporto, coincidí con Roberto “Canido”. Dos nécoras y un montón más de corredores en el mismo avión. Llegamos bastante tarde a Berlín así que Gloria y yo salimos corriendo para no perder el tren que nos llevaría a la ciudad. No me despedí de Rober, pero ya quedaremos mañana para vernos en la feria del corredor.

Y no perdimos el tren, pero ocurrió lo que ya empieza a convertirse en un clásico en nuestros viajes, cogimos un tren diferente al que debíamos, con lo que llegamos bastante tarde al apartamento.

Dos nécoras con muchas ganas
A la mañana siguiente fuimos a recoger el dorsal y la bolsa del corredor. En el metro ya se podía apreciar la cantidad de gente que nos íbamos a encontrar. Me habían dicho que las colas para recoger el dorsal el sábado eran impresionantes, pero la verdad es que todo fue rapidísimo, será la organización germánica,  pero todo fue muy rápido (no tardé ni un minuto).

Quedamos con Rober y nos tomamos una cerveza (sin alcohol), nos hicimos algunas fotos y dimos una pequeña vuelta por la feria.

Cerveza alkoholfrei
Mi objetivo para mañana, como siempre, es acabar, disfrutar. Muy contento si igualo la marca de Barcelona (3:37), aunque mi lado más optimista me dice que puedo intentar 3:30. En un alarde de optimismo, hasta me atrevo a aventurar 3:25 (desde la seguridad de que no lo voy a hacer, pero ya veremos mañana).

La tarde la dedicamos Gloria y yo a hacer un reconocimiento de la zona de llegada para poder quedar después de la carrera sin problemas. Sólo pensar en 42000 corredores, acompañantes y público ponía los pelos de punta. Y después de decidir nuestro punto de reunión y ver dónde iba a esperar Gloria a verme llegar, nos fuimos a hacer un poco de turismo. Poco, la verdad. Ni daba tiempo para mucho ni las piernas y los nervios daban para más.
Mañana pasaré por aquí

Y luego por aquí
Y llegó el día. Después de un desayuno con té, barrita de cereales, pan alemán de semillas con mermelada y orejones, me preparé y en metro hasta la estación central de tren (Berlin Hauptbahnhof). Como siempre en estas citas, ya en el metro el ambiente es espectacular, cientos de corredores en los vagones y los andenes, olor a réflex, botellas de agua e isotónica, caras de concentración, risas, comentarios... Pero fue al bajar del tren cuando realmente me di cuenta de la envergadura del evento en el que iba a participar. La cantidad de gente que caminábamos hacia la zona de salida era impresionante.

Nada más pasar al interior del recinto vallado, me dirigí hacia el guardarropa asignado. Todo rápido, todo muy bien organizado. Y después al cajón de salida. Al acreditar la marca de Sevilla 2015, pude salir del cajón de 3:15-3:30.

Y a las 9:15 en punto, pistoletazo de salida. Pese a salir tanta gente, en ningún momento me resulta difícil correr debido a la aglomeración. Es una avenida enorme, y la colocación en cajones de salida está muy bien hecha.

En los primeros kilómetros decido mi estrategia. Voy a intentar coger un ritmo de 5’. Iré controlando el tiempo y ajustando el ritmo cada 5 kilómetros. Me gustaría pasar la media en 1:45, Y cuando llegue al kilómetro 30 ya veré lo que hago. Si todo va bien y me veo con fuerzas, apretaré, o bajaré el ritmo, o yo qué sé.

Como entretenimiento mental, empiezo a pensar en esta crónica. Intento quedarme bien con el recorrido, y aprenderme los nombres de los sitios por los que paso. Y esta es la primera dificultad. Todo son strasse y platz, pero con unos nombres imposibles de recordar. Reoriento mis pensamientos y apunto algunas observaciones (poco intelectuales y elaboradas, es verdad):

-   Cuántos países hay en el mundo. Qué cantidad de banderas.
-   Hay países en los que la gente es muy alta. Y también países en los que hay gente muy bajita
-  Sea cual sea la nacionalidad, en ningún país se libran de esa lacra que es el corredor que se cruza sin avisar.
-  Todo esto en 7 kilómetros. La de tonterías que puedo llegar a pensar cuando lleve 40.

Y con estas tonterías llego al kilómetro 10 en 50:04. Todo va saliendo bien. Pienso en los familiares y amigos que están siguiendo mi carrera desde sus móviles, y les imagino animándome.

Paso el kilómetro 15 en 1:14:48, el 20 en 1:39:35. Pienso que la cosa está saliendo como en aquel maratón de Sevilla de 2015. Me animo mucho y veo la posibilidad de que salga todo según lo previsto. Paso la media en 1:45:00. Clavado. Puedo hacerlo. Pienso en un pensamiento que ayer leí, “si lo puedes soñar lo puedes hacer”

Hasta aquí he ido controlando ritmos muy bien, y eso que a veces el público te hace acelerar sin darte cuenta, o relajarte, pero estoy muy contento con ese control.

El público. Este punto merecería una crónica aparte. Se calcula que hubo más de un millón de personas animando a lo largo de todo el recorrido. No sólo son los acompañantes y amigos de los corredores, con banderas, pancartas, globos…es también la gente de Berlín. Se vuelcan con la carrera, lo viven como algo muy suyo. Hay barrios por los que pasas en los que los vecinos colocan mesas con avituallamiento de agua, con frutas, con gominolas, hasta con bizcochos de chocolate. Y la animación musical es buenísima. Grupos de rock, de jazz, bandas de viento, grupos de batucada, hasta una familia que sacó unos altavoces a  la terraza de su casa en la que bailaban. Como siempre en estos puntos había que tener mucho cuidado para no acelerarse.

El kilómetro 25 lo pasé en 2:04:33, el 30 en 2:29:51, todavía por debajo del tiempo previsto, pero gracias a la renta conseguida en la primera media, ya que he pasado a correr a 5:04 los últimos 5. Así que me pongo las pilas y decido no bajar. Me encuentro bien. En Barcelona el pasado mes de marzo, al llegar al 30 tuve que bajar el ritmo, pero hoy me encuentro más parecido a como estaba en Sevilla.


El único muro que vi en Berlín
En el 31 me alcanza el globo de 3:30. Perfecto, me ha pasado, ahora a no dejarlo escapar. Sigo con mi ritmo de 5’ y paso el 35 en 2:54:52.

Y cojo al globo, y se me escapa, y mantengo la distancia, y se me escapa, y le cojo…hasta que en el 38, esa frontera en la que siempre pienso “el maratón está hecho” aflojo el ritmo, sabiendo que aunque no voy a bajar de 3:30 sí voy a hacer un buen tiempo.

Esos últimos 4 kilómetros los sufro, como no puede ser de otra manera, pero también los disfruto. Me viene el único pensamiento negativo en toda la carrera, pienso que esta vez, al acabar, no voy a pensar cuándo es el siguiente maratón, creo que hoy voy a acabar sin ganas.

Pero voy a acabar.

Cuando hago el último giro y entro en la avenida Unter den Linden, veo la Puerta de Brandemburgo. Está a 500 metros, pero me parece lejana, aunque no me habría importado que estuviera más lejos todavía. Disfruto de esos últimos metros. Me emociono. La gente aplaude, anima. Paso por debajo de la puerta, justo llevo 3:30. Me emociono. El ambiente es impresionante. Paso el kilómetro 42 y me echo a reír, saludo al público que me anima, incluso hay quien dice mi nombre.
Kilómetro 42...

Y a falta de 100 metros veo a Gloria en las gradas, con la bandera gallega que llevamos a todas las carreras para localizarla. Estoy llegando, estoy ya en la alfombra azul, pero me paro, le lanzo dos besos y le suelto un piropo. Y sigo camino de la meta.

...y 195 metros









Feliz, estoy feliz, paso la meta en 3:31:53

Y me río, y lloro de emoción sin lágrimas.

Y me contradigo, y me pongo a pensar en el próximo maratón.

Y volviendo al inicio de esta crónica me digo:

Sí señor, David 

Con un par
Y ya va una docena

David - Papabaloo