jueves, 17 de marzo de 2016

Maratón de Barcelona - 13 de marzo de 2016. Por Papabaloo

Una vez más enfrentándome a la mítica distancia.

Cuando me planteé qué maratón correr esta primavera, dudé entre repetir la experiencia de Sevilla el año pasado o intentar Barcelona. Es una ciudad que me gusta, y los que han corrido su maratón siempre hablan bien. Así que al final me decidí por la Ciudad Condal.

Llegué a esta cita con varias cosas claras. Mi estado de forma no es como el del año pasado, y el perfil de la prueba no es el de Sevilla, así que desde el principio tuve claros los objetivos. Como siempre, pasarlo bien, olvidarme de tiempos, de marcas, sufrir lo justo y disfrutarlo a tope.

El sábado por la mañana volé hasta Barcelona. No viajo solo. Gloria me acompaña, y la verdad es que es todo un lujo poder compartir con ella estas citas. Me aporta el puntito de tranquilidad que necesito antes de cada maratón (que no es poco).

Desde el aeropuerto fuimos directos a la feria del corredor a recoger el dorsal. Ya desde el aeropuerto empecé a sentir que me encontraba frente a un gran maratón. El ambiente maratoniano ya se empezaba a respirar en la terminal.

En el autobús no hizo falta preguntar dónde estaba la Plaza de España. Al llegar ya se veían los carteles de la feria, y una cantidad impresionante de gente en chándal, con aire de maratonianos. No sé si es la cara, la forma de andar….pero se nos nota.

Recogí el dorsal, la camiseta, la mochila de regalo, me hice unas cuantas fotos y aluciné con la feria. La cantidad de expositores, gente, ambiente, organización…vuelvo a sentir que me encuentro frente a un gran maratón.
Mañana pasaré por aquí
Fotografía: Simón Galera

Y como no todo es correr en esta vida, tuve también la inmensa suerte de poder quedar con mi amigo Simón, al cual no veía desde hacía ya 8 o 9 años. Suerte y lujo, porque desde ese momento ya no me faltó nada en esta ciudad. Guía turístico, chófer, asesor gastronómico, fotógrafo… Comimos con él, Laura y Alba en un italiano, y después de un pequeño paseo nos fuimos al hotel.

Por la tarde aprovechamos para comprar cosas para la cena y el desayuno, preparar todo para mañana y descansar.

Me puse el despertador a las 6 y 10 (sigo con mis manías y supersticiones), me preparé y bajé a desayunar a la cafetería del hotel. Bueno, al vestíbulo, porque la cafetería no abría hasta las 8. Desayuné unas barritas de avena, unos orejones, un plátano y un café con leche (de máquina), así que después de terminar de prepararme me fui al metro.

En el metro me volvió a impresionar la cantidad de corredores que llenábamos los vagones. Y del metro al guardarropa, última visita al baño y a calentar.

La salida estaba organizada por cajones de tiempo estimado. Fue una grata sorpresa ver lo bien que estaba organizada la entrada a los cajones, y el respeto de los corredores para no colarse en el que no le correspondía (bueno, alguno vi que no).

La salida de los cajones, además, se dio de manera escalonada. Cuando nos tocó el turno (cajón 3:30-3:45) sentí la misma emoción de siempre, nada de nervios, sonaba la canción de Barcelona, de Caballé y Mercury, y la banda sonora de “Carros de fuego”. ¿Qué más se puede pedir?. Y así fueron dando la salida grupo tras grupo, hasta los 20.000 participantes. Ahora sí, que sí, estoy en un gran maratón.

Los primeros kilómetros los hice tranquilo. Ya iré recuperando tiempo después, si puedo, y si no puedo no pasa nada. El ambiente es espectacular, y me apetece vivirlo. Ya desde primera hora hay mucha gente animando, muchos idiomas, muchas banderas.

Llego al kilómetro 10 casi 2 minutos por encima del tiempo que me gustaría llevar, pero me da lo mismo. Me concentro en seguir rodando a 5’. Hago cálculos y pienso que voy en ritmo de hacer 3:35-3:37. Me gusta la idea.

Al llegar a grandes avenidas, como la Diagonal o la Gran Vía, la vista es impresionante. Pone los pelos de punta ver la cantidad de gente que estamos en esos momentos intentando cumplir nuestro sueño de llegar a la meta.

Sigo bien. La llegada al Paseo de Gracia (km 14) supone una pequeña subida de aproximadamente un kilómetro, no me preocupo, estoy disfrutando mucho de esta visita a esta gran ciudad. Casa Batlló, la Pedrera, Sagrada Familia. Gran recorrido.

Llego a la media maratón en la Meridiana. 1:47:31. Hago balance de daños y veo que estoy bien. Me planteo seguir a este ritmo para llegar al 30 con ganas de correr, y entonces, si puedo, intentar incrementar el ritmo.

En el kilómetro 27 y en el 30, otra vez en la Diagonal,  veo a mi amigo Simón y a Gloria, que me animan y me hacen fotos. Aunque voy bien compruebo que he bajado el ritmo, y aunque intento recuperar no puedo. Me empiezan a pesar las piernas.

Kilómetro 30. Se me ve fresco ¿verdad?
Fotografía: Simón Galera
No pasa nada. Perfecto. A eso hemos venido a Barcelona, a correr, a disfrutar, a esforzarse pero sin sufrir. Voy a por el kilómetro 35, y cuando lo pase sabré que estoy ahí.

Veo gente que ya se ha encontrado con el muro, o con el hombre del mazo. Yo tengo decidido no verle la cara. Me concentro, me doy ánimos, me digo lo bien que lo estoy haciendo, me imagino mi llegada a la meta. Pienso, entre otras cosas, que tengo la sensación de haber estado adelantando gente durante toda la carrera.

La subida al arco de triunfo me cuesta un poco. Pero ya es el kilómetro 36. “¿Qué me queda?. Nada, subir a Monteporreiro y volver a casa”, me digo como siempre.

Plaza Catalunya, Barrio Gótico, Via Laietana, Paseo Colón…y ahí está, la estatua de Colón. No sé por qué la esperaba más lejos, pero está ahí, ya la veo. Y cuando pase a su lado me quedarán sólo 2 kilómetros.
Y así encaro esos 2 últimos kilómetros, sabiendo que he cumplido mi objetivo sin haber acabado todavía, porque no voy a conseguir marca, voy a terminar, estoy disfrutando.

Eso sí, la subida por el Paral-lel se me hace larga. Voy a 5:30 aproximadamente. Justo antes de dar el último giro, cuando ya veo las torres venecianas de la Plaza de España me emociono (como era de esperar) y lloro. Lloro pero sin lágrimas, como era de esperar también. Veo el 42 pintado en el suelo, últimos 195 metros de gloria…y de Gloria, porque siempre se los dedico.

Entro en meta. Paro el crono.
3:38:27

Me felicito. Lo he hecho. Grito “¡Otra más!”, y es que ya van 11.

Medalla, avituallamiento….y oigo a Gloria llamarme. Le doy un beso por encima de la valla, y me echo a llorar.


Volveré. Sé que volveré a Barcelona. Me gusta la ciudad, me ha gustado la organización, la carrera, el público, el ambiente, los voluntarios…todo. Sin duda, un gran maratón




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